Comienza a cumplirse el fatal pronóstico de que el tramo final de 2011 sería muy duro. Al recorte de las previsiones para España de Funcas y Fitch se unen los tambores de recesión que anuncia Goldman Sachs, el retroceso de la tasa de ahorro familiar y la peor alza del paro de un septiembre en 15 años.
Las listas se han engrosado en 95.817 personas, hasta los 4.226.744 parados registrados. Con 74.590, servicios fue el sector que más incidencia tuvo en el nefasto registro del mes pasado, prueba de que, acabada la campaña veraniega, el erial laboral sigue yermo: es decir, nada tira de la economía ni el modelo se reajusta.
Así, el dato aúna el impacto de la reversión del ciclo económico y el de la estacionalidad como máxima expresión de la precariedad y temporalidad que nos azotan. Sólo tres autonomías se salvan. Una, por el turismo y las otras dos, por la vendimia. Pocos motivos para creer en la mejora de los indicadores de empleo que ayer pronosticaba Salgado.
Por otra parte, los subalternos del ministro de Trabajo culpaban ayer de la caída de la afiliación a los recortes de ayuntamientos y autonomías, para echar balones fuera bajo el supuesto argumento de que se producen en Sanidad y Educación, cuando resulta que en septiembre se produjeron 60.000 altas más en estos sectores que hace un año, según datos de la Seguridad Social.
Con el clima desfavorable de los datos económicos españoles, la sombra de ralentización en Francia y Alemania, el impacto de la crisis del euro, la ineficacia probada de la minirreforma laboral, y la cuasinula mejora interna, donde el consumo sigue sin tirar, aguardan meses duros y urge una rápida acción tras el 20-N.