Poco a poco y con dificultades se van conociendo los términos en que se jubilan algunos de los gestores de las cajas de ahorros que están recibiendo ayudas públicas. Por supuesto, el talento siempre debe ser retribuido.
Y éstas son las condiciones en que algunos de los ejecutivos han sido fichados. Sin embargo, se antoja difícil de explicar ante el público el volumen de algunas de las indemnizaciones que se están brindando cuando estas entidades están siendo apuntaladas, nacionalizadas o incluso intervenidas.
Ayer se conocía que cuatro directivos de NovaCaixaGalicia se embolsarían un total de 20 millones. Y unos días antes se sabía que cinco de la CAM cobrarían pensiones "escandalosas", en palabras del gobernador del Banco de España. Claro que el supervisor bien podría haberse aplicado en este sentido, ya que la mayor parte de los acuerdos de rescisión de contrato son opacos. Debería primar la transparencia.
Por otro lado, estos jugosos cheques no son más que el resultado de aplicarle las prejubilaciones que se están practicando en general, en algunos casos llevándose casi el 90 por ciento del salario neto a casa. En parte, porque los políticos están comprando la paz social a costa del contribuyente.
Tales sistemas de compensación deberían recibir un mayor escrutinio, pues el exceso de capacidad en el sistema financiero sigue instalado y no se pueden seguir financiando despidos de lujo. Podemos entender que hay obligaciones contractuales, pero habrá que hacer esfuerzos para que las retribuciones a los directivos se liguen a los rendimientos. No vaya a ser que se ironice sobre la otra obra social de las cajas.