He tenido un problema con el Ministerio de Economía y Hacienda. Ha sido un problema? gramatical. En español no distinguimos, porque no lo necesitamos como en otras lenguas, cuándo un verbo implica acción y cuándo no.
Ése era el problema y ésa mi explicación, siempre sometida a superior criterio y siempre defendida con las buenas maneras de quien se ha educado enfrente de un colegio de pago.
La cosa iba de comunidades autónomas. Es decir, de déficit endémico, ahora redenominado estructural. Y la cosa iba también de abusivo entendimiento de la autonomía, que algunos pretenden trasladar a su palabrario como segunda acepción de independencia, cuando les viene al punto.
El Gobierno central, como es su obligación, impedirá que Cataluña y Castilla-La Mancha emitan deuda pública por no haber presentado los correspondientes planes de reequilibrio. Pero eso no significa que ambos gobiernos autónomos no dispongan de subterfugios para endeudarse más de lo que están y en peores condiciones. Es decir, la sanción a los que no cumplen la pagan sus respectivos ciudadanos.
Cataluña (y otras también) emitió bonos que no sé cuantos patriotas suscribieron. En cualquier caso, como el patriotismo también se expresa en euros, por su patriótica contribución recibieron unos patrióticos elevados intereses. Como no tienen con qué liquidarlos, ahora habrán de renovarlos, porque sin autorización del Consejo de Ministros no pueden emitir a más de un año y volverán a pagar aún más elevados intereses a sus patriotas. Una burla legal.
La ley de financiación autonómica pide a gritos una reforma cuando apenas se ha puesto en práctica. Ni el Gobierno central puede decidir discrecionalmente el abono o no, por ejemplo, del Fondo de Competitividad ni las comunidades autónomas y las corporaciones locales pueden hacer permanentes ejercicios en la cuerda floja de una ley tan fácilmente transgredible. Y vuelta a empezar.
Hernando F. Calleja. Periodista de elEconomista.