La economía mundial atisba de nuevo el abismo. Pese a las alzas bursátiles, la UE aún está lejos de alcanzar una solución. Tiene que reestructurar a Grecia, recapitalizar la banca y crear un muro alrededor de los países solventes.
Pero para eso los alemanes tendrán que poner dinero y convencerse de que es la opción menos ruinosa. En EEUU, los políticos demoran sus responsabilidades.
Y los emergentes han sufrido sobrecalentamientos, de modo que también echarán el freno al crecimiento. Tal panorama acompañado de un sistema financiero estrangulado, congela la inversión y puede dar al traste con las cada vez menores esperanzas de recuperación para continuar ahondando en los problemas ya seculares de Occidente de falta de competitividad y exceso de deuda.