KURIER (AUSTRIA)
El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, reclama ahora que retorne a las arcas la escasa suma de 55.000 millones de euros anuales mediante el impuesto a las transacciones financieras.
¿Justo y razonable? Sí, porque tiene sentido frenar las especulaciones a corto plazo y llevarse una parte del pastel de esos operadores. Y no, porque 55.000 millones constituyen la cifra mínima y equivalen más bien a ponerse de rodillas ante el sector financiero.
Los cálculos anteriores habían partido de la base de unos ingresos anuales de 300.000 millones o más. Asimismo, llama la atención el siguiente punto: es adecuado que las transacciones privadas estén excluidas. Lo que resulta incomprensible es que se deje de lado precisamente el comercio de divisas más especulativo.
El plan aún no está bien elaborado. No obstante, ya que los británicos, los suecos y otros frenan una introducción que sólo tiene sentido a nivel de toda la UE, queda mucho tiempo para optimizarlo.
