Europa está al borde del abismo. Irlanda y Portugal advirtieron durante la cumbre del FMI y el BM celebrada este fin de semana en Washington, que si Grecia cae ellos también deberán ser rescatados de nuevo.
Por eso, el ministro de Finanzas germano ya baraja la hipótesis de ampliar la quita del 20 por ciento acordada en la cumbre del 21 de julio para los acreedores griegos, a fin de que el país heleno pueda saldar sus deudas.
La votación para ampliar el fondo de rescate hasta 440.000 millones afronta esta semana un importante escollo el jueves, cuando debe ser aprobado por el Parlamento alemán.
El aumento del citado fondo de estabilidad no sólo abre la puerta a la financiación del segundo rescate griego, sino también a la recapitalización de la banca francesa y alemana. Las reuniones de este fin de semana han puesto sobre el tapete una posible solución, la de multiplicar la cuantía de este fondo mediante endeudamiento, lo que permitiría socorrer a más países en apuros y serviría de escudo protector del euro.
Pero tanto el Gobierno germano como el Bundesbank han puesto el grito en el cielo y señalado que esa fórmula supondría saltarse el Tratado de la Unión. La iniciativa topa nuevamente con la división de los miembros del euro, como ya ocurrió con los eurobonos.
En Bruselas se confía en encontrar una solución que satisfaga a los alemanes. Pero teniendo en cuenta la carrera de estrepitosos fracasos de los líderes europeos para poner fin a los problemas, confíar en que se pueda alcanzar un acuerdo parece aventurado en estos momentos.