Opinión

Editorial: Grecia, quebrada, tiene que caer

Grecia acelera ajustes a la desesperada para evitar el no de la troika -BCE, FMI y Comisión- al nuevo tramo del rescate sin el cual en semanas Atenas dejará de atender nóminas y pensiones. La última decisión es un recorte del 30 por ciento de sus funcionarios. Ya no puede parar su entrada en barrena y cualquier recóndita medida extra no hace sino debilitar aún más su moribunda economía. Pese a la nueva acción helena, el mercado sentencia el impago.

Asumido que Grecia está quebrada y mantenida artificialmente por una temerosa e inoperante maquinaria europea, lo cierto es que la incertidumbre es ya el peor compañero de viaje y el que más acentúa la propensión al contagio.

La inconcreción se desvanecería si la UE dejara que la nave griega naufrague: lanzaría un mensaje claro de castigo a la indisciplina previa en vez de retroalimentar el riesgo moral con apoyo sostenido a quien incumplió, entró en el euro engañando y no hizo sus deberes.

Atenas tiene dos opciones: hundirse en varios años de recesión sin caer o hundirse en varios años de recesión tras haber caído. Ante ese panorama, la clave está en cuál brinda un horizonte de recuperación más verosímil y rápido.

Con el redimensionamiento del PIB, que supondrá su caída y la certeza sobre la reestructuración de su deuda, sus posibilidades de remontar a partir de ese punto cierto son más rápidas. Cuestión más discutible es si su caída debe producirse dentro del euro o no.

La segunda opción no es buena para nadie, ni para España o Italia ni para los eurócratas que han prolongado la agonía helena.

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