Obama inyectará hoy otros 300.000 millones de dólares a la economía norteamericana. Pese a los escasos resultados de los planes keynesianos en el empleo, el presidente de EEUU volverá a insistir en la fórmula.
Semejante estímulo servirá de poco a menos que se apliquen reformas destinadas a paliar y resolver los principales males de la economía estadounidense, a saber, un excesivo endeudamiento de los consumidores y un déficit de competitividad ante los países emergentes.
En caso contrario, sencillamente continuará endeudando al país y enfrentándose aún más a la oposición republicana.
Al final, puede llevar las finanzas estatales hacia una situación difícilmente sostenible en la que los paganos serán las generaciones venideras de norteamericanos.