
Dos son las cuestiones principales que deben centrar el debate impositivo: ¿qué tributos deben aumentarse y quiénes deben soportarlos?, y la segunda, ¿hay que crear nuevos impuestos o se han de modificar los existentes?
Sobre la primera cuestión, dada la situación de crisis, lo más sensato es subir los impuestos directos, cuyo protagonista indiscutible es el IRPF.
El Gobierno ya elevó hace un año el tipo de gravamen en los tramos más altos, medida que también imitaron algunas autonomías, de tal manera que actualmente algunos ciudadanos de ciertas regiones pueden pagar a Hacienda hasta un 49% de sus rentas.
Sin embargo, un tipo de gravamen demasiado alto en este impuesto podría propiciar que algunos contribuyentes decidan canalizar sus rentas a través de la constitución de sociedades y, por consiguiente, no se logre en su totalidad el objetivo de obtener una mayor recaudación.
Con el Impuesto sobre Sociedades tendría un tipo impositivo bastante inferior que el IRPF, del 30, el 25 ó el 20 por ciento, según la cifra de negocios. Así que sería conveniente aumentar el tipo impositivo del IRPF en todos los tramos de la tarifa, de esta manera se estaría más cerca de conseguir una mayor recaudación por este tributo. Al ser un tributo progresivo, las rentas altas pagan más que las rentas medias y bajas.
No a las subidas de impuestos indirectos
No sería deseable que se subieran los impuestos indirectos, como el IVA, Impuesto sobre Transmisiones Patrimoniales y Actos Jurídicos Documentados -ITP y AJD- o los Impuestos Especiales, dado que se podría detraer del consumo. Además, subir estos tributos en épocas de crisis perjudica en mayor medida a las rentas bajas frente a las altas. Estas últimas podrán seguir consumiendo sin que su economía doméstica se vea seriamente perjudicada.
Por el contrario, a un ciudadano con una renta baja una hipotética subida de tipos, por ejemplo del IVA, le supondrá un gran esfuerzo económico si quiere seguir consumiendo los mismos productos disminuyendo su capacidad adquisitiva e incluso su Estado de Bienestar al renunciar a determinados gastos o inversiones.
Si no hay más remedio que subir alguno de estos impuestos indirectos, sería razonable adoptar algún tipo de medida para que pagaran más quienes demuestren una mayor capacidad adquisitiva. Algunas autonomías han elevado el tipo de gravamen del ITP y AJD, modalidad TPO, por las adquisiciones de inmuebles en función de la base imponible, a mayor precio fijado en la compraventa, es decir, a más capacidad adquisitiva por parte del comprador, mayor será la recaudación para la Administración autonómica correspondiente.
¿Crear nuevos impuestos?
Respecto de la segunda cuestión planteada, es preciso preguntarse si es necesario crear un nuevo impuesto o, por el contrario, basta con modificar los ya existentes. Crear un nuevo tributo lleva su correspondiente trámite parlamentario y puede durar bastante hasta que vea la luz, por lo que se pierde el objetivo de una recaudación inmediata.
Si lo que se quiere es celeridad en la obtención de ingresos, lo que más conviene es modificar los tributos ya existentes, y si lo que se busca es que los denominados ricos sean quienes contribuyan más a paliar la situación coyuntural de falta de ingresos no sería nada incoherente rescatar el Impuesto sobre el Patrimonio.
Este tributo, desde el uno de enero de 2008, se encuentra en standby, ya que el legislador optó por no suprimirlo de nuestro sistema tributario. Desde la citada fecha, se reguló una bonificación del 100% sobre la cuota íntegra, se eliminó su presentación así como el ingreso de la deuda tributaria.
Tal y como se encuentra configurado, actualmente no tiene un gran impacto recaudatorio -los ingresos obtenidos en el último año de su vigencia suponen sólo un 2,59% del total de la recaudación de los tributos- pero podría resucitarse actualizando la tarifa progresiva, sobre todo en los últimos tramos, para paliar la insuficiencia de recaudación de la que adolece y que sean las rentas altas o ricos quienes aporten a las arcas públicas el peso de la recaudación por este impuesto.
Rubén Gimeno Frechel, Dir. Servicio de Estudios del REAF del Consej. Gral. de Colegios de Economistas.