El Banco Popular ha lanzado una oferta puntual del 4 por ciento para renovar una buena cantidad de depósitos que le vencen ahora. Este movimiento demuestra que la guerra por captar fondos va a continuar, pues las razones que lo originaron siguen ahí.
En España, la economía se encuentra encallada y el riesgo país eleva los tipos de interés que abona la banca, o incluso les impide por completo el acceso a la financiación. Pero el problema ya no se circunscribe sólo al ruedo ibérico.
En Europa, también se está extendiendo un miedo generalizado sobre el estado de los bancos, tanto por cómo encajarán la falta de crecimiento como por si podrán aguantar bien las pérdidas cuando se apliquen quitas a la deuda estatal que tienen en sus carteras.
Y eso ha llevado a una congelación de los mercados mayoristas de crédito. Volvemos a la situación en la que no se fían los unos de los otros que, a su vez, conduce a una restricción de los préstamos a la economía real. Pese a que las entidades llevan varios años haciendo los deberes, las palabras de Lagarde reclamando hace unos días una recapitalización urgente de la banca europea han dado alas a los temores. Sin embargo, los Estados no cuentan con fondos.
De modo que se contemplan otras posibilidades. Y ninguna parece buena. Hay quien defiende que el BCE los garantice, con el riesgo de terminar imprimiendo dinero. Otra opción consiste en que se emplee el fondo de rescate europeo, con más riesgo soberano.
Por mucho que Trichet afirme que no hay problemas de liquidez, se ha generado una suerte de pánico que puede desestabilizar el sistema. Hay que tomar medidas para que no vaya a mayores.