Opinión

Editorial: Las incertidumbres en Repsol

Sacyr y Pemex han anunciado que unirán fuerzas y votos en Repsol. La mexicana promete aumentar su participación en un 5 por ciento, de modo que juntas alcanzarían un 29,8 por ciento del capital.

Ambas aseguran que mantendrán la españolidad de la compañía que dirige Brufau; creen que la cotización no refleja el valor real de la petrolera; y tomarán medidas para cambiarlo.

Y esa última afirmación enseguida se interpretó como mayores dividendos, lo que disparó la valoración sobre el parqué tanto de Repsol, en un 4 por ciento, como de Sacyr, en un 12 por ciento. Parece claro que los enfrentamientos entre Brufau y Del Rivero sobre la política retributiva, el nivel de inversiones más idóneo y las ventas de activos continúan.

Muy endeudada, la constructora necesita rendimientos con los que hacer frente a sus compromisos financieros. Y muy atada a México, Pemex busca vías para expandirse. Esto tiene visos de una larga batalla por el control.

De momento, existen varias fuentes de incertidumbre que determinarán el sino de la pelea. Aunque Sacyr y Pemex no llegarán al 30 por ciento que exige que se lance una opa, la CNMV debería aclarar bajo qué circunstancias tendrían que declarar una, sobre todo si son capaces de hacerse con el control efectivo gracias a la reciente eliminación de los blindajes en los consejos.

Otro punto conflictivo radica en que Pemex, competidora de Repsol y de propiedad estatal mexicana, pueda decidir cuestiones estratégicas de la española, máxime respecto a una materia tan sensible en la política nacional como la energía. Muchos argumentos muy probablemente destinados a ser carne de tribunales.

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