Opinión

Editorial: La deuda de nuestras empresas

¿Se acuerdan de La Gran Armada de las empresas españolas? Justo antes de la crisis, nuestras principales compañías eran grandes predadores corporativos capaces de saltar fronteras.

Eso las había engordado hasta los mayores niveles de apalancamiento de Europa, lo que una vez desencadenada la crisis las obligó reducir su carga de deuda a toda prisa. ¿Lo han logrado? A medias.

Por el momento, en su conjunto han podido recortar su endeudamiento en un 18 por ciento, mucho más que el resto de compañías europeas. Sin embargo, siguen debiendo en proporciones bastante mayores que sus pares continentales. Y después de haber conseguido darles una patada hacia adelante a sus refinanciaciones durante 2009 y 2010, ahora la mayoría de las constructoras y algunos bancos de gran tamaño vuelven a aglutinar vencimientos durante el próximo año.

Otra vez tienen la difícil misión de reestructurar su financiación para llevarla a un horizonte más lejano y por tanto más soportable, mientras les pesa la marca España con unos tipos de interés aún más caros. Y ahí precisamente radica el dilema de nuestras compañías. Pueden vender partes de su negocio, sin embargo, necesitan mantener el crecimiento para no hundirse. Algo que les urge a continuar en sus voraces aventuras foráneas.

Aunque Telefónica puede haber brindado una pista del camino que pueden seguir: con sus adquisiciones, la teleco ha aumentado su deuda, pero aún así ha rebajado su nivel de apalancamiento, puesto que al elevar sus ingresos ha mejorado su ratio deuda/beneficio bruto. Deben ir saneándose, pero sin privarse de las fuentes de crecimientos.

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