¡Albricias! Por una vez en medio de la crisis, los dos principales partidos intentarán llegar a un acuerdo. Ambos se han mostrado a favor de incluir en la Constitución una regla que garantice la estabilidad presupuestaria. Pese al bombo y platillo concedido a la propuesta, Zapatero ya ha confirmado que se aplicaría en 2018, o sea, de modo que Rajoy también pueda disfrutar de dos legislaturas sin este corsé.
Pese a tratarse de una solución tan lejana, el pacto podría quedar listo en un par de semanas. ¿Qué le ha pasado a un presidente Zapatero empeñado en las inyecciones keynesianas? ¿Ha sufrido ahora una reacción alérgica? Aunque sobre todo impulsado por una canciller Merkel que exige mayores garantías de austeridad, esta iniciativa haría más predecible el curso de las cuentas e infundiría mayor confianza entre los inversores, en especial si tiene el respaldo de las dos formaciones mayoritarias. Porque recordemos que ya había una ley de estabilidad presupuestaria aprobada por los populares, y el actual Ejecutivo la modificó para saltársela. Y ya hemos visto en más de una ocasión cómo se ha podido burlar la constitucionalidad de determinadas decisiones aprovechando que el Constitucional está muy politizado. Por eso, esta regla de oro habría que reforzarla, entre otras cosas con sanciones duras y creíbles. En estos momentos, a cualquier político le sale gratis endeudarse y dejar la pelota al siguiente. Gracias a semejante cambio, al menos tendría que dar más explicaciones de las desviaciones en las cuentas, por no hablar de que éstas podrían ser llevadas a los tribunales. Además, habría que poner coto a las sociedades autonómicas y municipales creadas al objeto de poder endeudarse sin que se refleje en los libros.
La pena es que esta voluntad para arribar soluciones no se va a hacer extensiva a otras materias, tal y como se pudo apreciar ayer en el resto del debate. Los dos partidos continúan enzarzados en una guerra de guerrillas que puede estar muy bien a la hora de cazar votos, pero que resulta inútil para el país. Sólo hay que ver la desastrosa política aplicada en el mercado inmobiliario. Como el PP había anunciado que restablecería la desgravación por la compra de vivienda, los posibles compradores estaban retrasando sus adquisiciones. Así que el Gobierno pretendía responder bajando el IVA. Sin embargo, Rajoy ha vuelto a desactivar la demanda anunciando que él prolongará la rebaja del IVA. En lugar de fomentar un ajuste de precios que podría ayudar a que se contengan los sueldos y así ganar competitividad sin mermar la capacidad adquisitiva, la política consiste en intentar apuntalar los precios... ¿en beneficio de quién?
Para llegar hasta el final de la legislatura sin problemas de liquidez, el Gobierno que ha gastado como si no hubiese mañana intenta ahora anticipar el cobro del impuesto de Sociedades y se embolsa los derechos del espectro radioeléctrico de 50 años. Sustrae ingresos del próximo Gobierno y encima no toca ni una sola partida estructural, salvo por una saludable rebaja en el precio de los medicamentos. Eso sí, evita en esta materia como en tantas otras el debate sobre el nivel sostenible de prestación de servicios y las medidas que podrían racionalizarlo, véase el copago. Zapatero deja como legado la austeridad fiscal... pero la que tendrán que tomar los que vengan detrás de él. La pregunta es si el electorado se habrá vacunado lo suficiente de tanto populismo en materia económica y si el PSOE tomará o no la calle cuando sea el PP el que tenga que apechugar con el grueso de los recortes.