El desempleo en Reino Unido sigue subiendo hasta colocarse en el 7,9%, después de haber recortado un buen número de trabajos en el sector público. La presión se eleva sobre un David Cameron que esperaba una recuperación privada que compensaría sus ajustes.
Sin embargo, el crecimiento se ha parado conforme aplicaba la tijera. El Banco de Inglaterra apenas tiene margen para más estímulos con la inflación cercana al 5 por ciento. El problema de Reino Unido consiste en que la suma de deuda pública y privada es la mayor del mundo respecto al PIB. No le queda otra a Cameron que seguir con la austeridad. Al menos cuenta con la confianza del mercado, que por ahora no cuestiona que se vaya a desviar de sus objetivos. Pero el país parece encaminado hacia la sangre, sudor y lágrimas.