Cuando las crisis de deuda en Europa y EEUU están más que presentes y la recuperación económica mundial flaquea, la inflación está retornando a la escena mundial. De hecho, las economías de los mercados emergentes se preparan para un período de inflación intensa, junto con las graves consecuencias políticas que eso traerá consigo.
El índice general de precios al consumidor chino (IPC) saltó al 6,4 por ciento anualizado en junio, su nivel máximo desde julio de 2008. Con el telón de fondo de una recuperación global débil, las preocupaciones han aumentado considerablemente respecto de una brusca caída de la economía china causada por los ajustes monetarios dirigidos a controlar la inflación.
En China, los precios de los alimentos representan aproximadamente un tercio de la cesta del IPC, en la que el precio del cerdo tiene una ponderación importante. Como resultado, al IPC se le denomina en broma el índice porcino de China. En junio, los precios del cerdo subieron un 57 por ciento interanual, lo que contribuyó con aproximadamente dos puntos porcentuales a la tasa de inflación general. Desafortunadamente, la política macroeconómica no puede hacer demasiado respecto del ciclo del cerdo y habitualmente no debería responder a él.
Si bien el problema de la inflación china no debe exagerarse, la autocomplacencia podría resultar peligrosa. La inflación actual tiene una base más amplia de lo que parece, más allá de la controversia respecto de la representatividad de la cesta del IPC chino para reflejar la realidad de los movimientos de precios subyacentes. De hecho, las alzas anuales de los precios no alimenticios se aceleraron al 3 por ciento en junio desde el 2,9 por ciento en mayo. Según la Oficina Nacional de Estadísticas China (NBS), el coste de vida creció en mayo un 6,1 por ciento interanual. Muchos se preocupan por si los precios de los productos no alimenticios pueden crecer aún más.
La inflación cerca de su tope
Sin considerar los shocks inesperados, creo que la inflación china alcanzará pronto su tope. Desde una perspectiva macroeconómica, la inflación actual de Pekín puede atribuirse tanto a inflación de demanda como de costes.
Históricamente, la inflación en el gigante asiático ha seguido el crecimiento del PIB con demora. Las presiones inflacionarias actuales son en parte resultado del impacto retrasado del paquete de estímulo que Pekín adoptó en 2009 contra los efectos de la crisis financiera mundial. Pero el crecimiento del PIB chino ya ha comenzado a disminuir hacia su nivel potencial que, según una visión consensuada, se encuentra alrededor del 9 por ciento. De hecho, la mayoría de los economistas chinos predijo el pasado año que la inflación llegaría a su máximo a principios de 2011.
Los cambios en las condiciones financieras chinas refuerzan esta percepción. Históricamente, existe un retraso de entre 8 y 12 meses entre el crecimiento del agregado monetario M1 y la inflación. La tasa de crecimiento del M1 (efectivo en circulación y cuentas corrientes) comenzó a disminuir a finales de 2009. Si la experiencia pasada es una guía fiable, la disminución en la inflación ya debería estar aquí.
Semejante a la de 2007 y 2008
La interferencia de los factores de costes contribuyó a la inesperada persistencia de la inflación. El aumento en los precios de las materias primas desde mediados de 2010 -el índice de precios chino de los productos básicos ha subido más del cien por cien después de llegar a un mínimo en 2009- ha tenido un impacto importante. Y además, los salarios chinos han estado creciendo rápidamente.
La vigente situación macroeconómica china tiene semejanzas con la que el país afrontó en 2007 y durante la mayor parte de 2008, cuando debido a las fuertes inversiones y la demanda para exportaciones, el crecimiento del PIB sobrepasó significativamente su potencial. Preocupado por un empeoramiento de la inflación y una burbuja inmobiliaria en ciernes, el banco central chino (Banco Popular Chino, BPC) endureció gradualmente su política monetaria.
Sin embargo, la inflación continuó empeorando y llegó a un máximo del 8,7 por ciento en febrero de 2008. El período más difícil para los encargados de tomar decisiones en Pekín fue entre febrero y septiembre de 2008, cuando, pese a los abundantes signos de un decaimiento de la demanda doméstica, la demanda total mantuvo su fuerza, y con ella, la inflación.
Ajustar o no ajustar: ésa era la pregunta. El BPC continuó ajustando, pero el colapso de Lehman Brothers, en septiembre de 2008, frenó bruscamente el crecimiento económico. El PIB chino cayó drásticamente debido al colapso de la demanda externa. Para contrarrestar el shock negativo, el Gobierno chino implementó un paquete de estímulo de cuatro billones de yuanes, y el BPC cambió abruptamente sus políticas. No hay dudas sobre la necesidad de este giro. Sin embargo, en retrospectiva, uno puede preguntarse si un relajamiento previo por parte del BPC no hubiera sido más inteligente.
Con el control de la inflación como principal prioridad, el BPC ha elevado los coeficientes de reservas bancarias seis veces este año. Los bancos comerciales deben consignar el 21,5 por ciento de sus depósitos en el Banco Central en calidad de reservas. Recientemente, el BPC elevó las tasas activa y pasiva anuales a 6,56 y 3,5 por ciento respectivamente.
Actualmente, la inflación china no es tan terrible como lo fue en 2007-2008. El alza en los precios inmobiliarios ha comenzado a estabilizarse y el impacto de las subidas en las materias primas está disminuyendo.
Necesaria una postura monetaria restrictiva
Difícilmente la demanda externa será intensa durante el segundo semestre de 2011 debido a la débil recuperación mundial. El fuerte aumento de los costes de producción, en parte consecuencia de los altos costes del crédito, está reduciendo los márgenes de las empresas, en particular de las pequeñas y medianas. Los menores beneficios y la mayor cantidad de bancarrotas están planteando desafíos a las autoridades monetarias chinas.
Considerando la necesidad de un ajuste estructural, el Banco Popular Chino debería mantener una postura monetaria restrictiva. Pero con la previsible disminución de la inflación general y las cada vez mayores preocupaciones sobre el crecimiento, probablemente se muestre un poco más flexible durante la segunda mitad de 2011.
En resumen, aunque China no logrará su objetivo de inflación del 4 por ciento para este año, el crecimiento de los precios se mantendrá bajo control. Durante el segundo semestre de 2011, la tasa de crecimiento del gigante asiático podría disminuir aún más, pero no será una caída brusca.
Los problemas económicos chinos son más estructurales que cíclicos. Debido a la falta de avances nítidos en cuanto a la reestructuración y reequilibrio de la economía doméstica, los próximos cinco años serán difíciles, y la ventana de oportunidad para el ajuste se cerrará rápidamente. Pero considerando el desempeño chino en el contexto de los últimos 30 años, no hay motivos para creer que el país no pueda arreglárselas, una vez más, para salir adelante.
Yu Yongding. Presidente de la Sociedad China de Economía Mundial, exmiembro del Comité de Política Monetaria del Banco Popular Chino y director del Instituto de Economía y Política Mundial de la Academia China de Ciencias. ©Proyect Syndycate. 2011.