Las sorpresas negativas de los resultados semestrales del Ibex han llevado al consenso de analistas a rebajar sus previsiones para el conjunto del año un 3,7 por ciento.
De cumplirse las estimaciones, las compañías del indicador retrocederían un 15 por ciento con respecto a 2010. Algo que no ocurría desde 2009, punto álgido de la crisis.
Ya no quedan datos que falseen las cuentas, como el mítico efecto Vivo. Ahora tenemos una escasez de financiación que impide reanimar un consumo que acumula demasiado tiempo cuesta abajo, y cuyas consecuencias notan nuestras compañías en el mercado doméstico.
Justo esa falta de financiación les dificulta el crecimiento orgánico. Y para más inri se suma el peso de la marca España. Los analistas argumentan falta de visibilidad, pero sí perciben un futuro oscuro.