Opinión

Fabián Estapé Rodríguez: Los cimientos de Telefónica

TELEFONICA

17:37:39
4,66
+0,47%
+0,02pts

No muchos españoles saben que ya en 1884 un Real Decreto establecía el monopolio del servicio telefónico a favor del Estado, autorizándose dos años más tarde su explotación por particulares.

El desbarajuste que ello ocasionó entre las muchas empresas que accedieron a las concesiones hizo necesario un esfuerzo de unificación que no fue factible hasta casi cuatro décadas más tarde. La Compañía Telefónica Nacional de España (CTNE) se constituyó el 19 de abril de 1924 (participada por ITT, de Nueva York) con un capital social de un millón de pesetas representado por 2.000 acciones ordinarias.

En este punto arranca la obra del doctor en Historia Ángel Calvo, eminente profesor de la Universidad de Barcelona, quien bajo el título Historia de Telefónica: 1924-1975 refleja en casi 600 páginas los devenires de la primera empresa de telecomunicaciones nacional desde su constitución hasta el fin del franquismo.

Un serio, concienzudo y espléndido trabajo de investigación en archivos tan variopintos y arduos de escudriñar como el de la Presidencia del Gobierno, el Ministerio de Asuntos Exteriores, los internos de Telefónica e incluso fondos de la sede de ITT en Nueva York, que vio la luz en un libro con prosa directa y sencilla, amenizado con fotografías, diagramas y documentos gráficos de gran valía.

La publicación corrió a cargo de la Fundación Telefónica y la editorial Ariel, fue prologada por César Alierta y el vicepresidente ejecutivo de la Fundación Telefónica, Javier Nadal.

Diferenciación clara

El contenido puede estructurarse en dos grandes subperiodos:

Desde 1924 a 1945, donde Ángel Calvo hace una síntesis de la génesis del servicio telefónico en España y las distintas fases contractuales por las que atravesó la relación de la compañía con el Estado. Al poco tiempo de su fundación, la CTNE se había hecho con casi todas las concesiones, y a finales de los años 20 inicia las comunicaciones telefónicas transatlánticas. En 1928, Alfonso XIII y el presidente de EEUU, Calvin Coolidge, inauguran el servicio entre España y Estados Unidos.

De 1945 a 1975, fechas de resonancia capital. Analiza la fase de nacionalización de la compañía durante el franquismo. En 1945, se materializó la adquisición por parte del Gobierno de las 318.641 acciones ordinarias propiedad de ITT, con lo que el Estado pasó a controlar el 79,6 por ciento.

Si 1945 supuso un gran salto, mayor estela tuvo 1975, que marcó un antes y un después en la configuración y planes de expansión de Telefónica, tanto por la Transición como por el cambio profundo acaecido en el mundo de las telecomunicaciones en España.

El profesor Calvo destaca en este periodo hechos como que en 1950 la plantilla alcanzaba ya los 14.723 empleados; que en 1954 había instalados en España un millón de teléfonos y la demanda era tal que aún quedaban más de 200.000 solicitudes en espera; que en 1956 se inaugura el cable coaxial Madrid-Zaragoza-Barcelona; que en 1957 ya se podía comunicar con 107 países y que en febrero de 1967 entra en servicio la Estación de Comunicaciones Espaciales de Maspalomas, con la misión de prolongar los circuitos de la base de seguimiento de la NASA hasta el Centro de Control de Vuelos Espaciales en Houston a través de los satélites Intelsat.

Un símbolo más allá del cine

Me gustaría contar algunas anécdotas relacionadas con Telefónica que ilustran sobre la gran importancia y las imbricaciones que tuvo, tiene y tendrá el sector de las telecomunicaciones en el desarrollo económico, social y en los avatares políticos de España.

Allá por 1972, coincidiendo con la presidencia de Telefónica de Antonio Barreda de Irimo, se estrenó un mediometraje por televisión de apenas 37 minutos, dirigido por un joven Antonio Mercero y protagonizado por un ya consagrado José Luis López Vázquez, que no sólo puso los pelos de punta a los españoles, sino que hizo saltar la alarma entre la plana mayor del Gobierno por el doble sentido moral, político y social que le quisieron buscar. Se tituló La Cabina.

Para los más jóvenes y menos amantes del séptimo arte, refresco el argumento: las puertas de una cabina de teléfono se bloquean dejando encerrado a un ciudadano. Pese a los intentos de otros transeúntes, resulta imposible liberarle. Todo parece llegar a buen término cuando unos operarios cargan el locutorio en un camión. Pero todo culmina en una tétrica escena que prefiero dejar como incógnita. ¡Vean la obra? no la van a olvidar! Sobre este aparentemente sencillo hilo argumental, no pocos críticos, periodistas y, sobre todo, algunos políticos adeptos al régimen (máxime los que formaban parte del Consejo de Administración de Telefónica) especularon que el film representaba la parálisis que sufría la sociedad ante el Gobierno franquista.

Es cierto que España padecía un anquilosamiento proverbial, cerrada a la realidad internacional que la rodeaba, y que todo cambio e innovación se veía como un peligro. De ahí el miedo a que los españoles nos quitásemos la venda y reclamásemos apertura y modernidad.

El entonces consejero de Telefónica Víctor Mendoza me dijo que el capitán general Alfonso Pérez-Viñeta Lucio, consejero delegado del Gobierno, rogó al resto de asistentes al consejo que se hiciera lo posible por retirar la obra. De nada sirvió la defensa de muchos en el sentido de que su guión, de Antonio Mercero y José Luis Garci, tenía simplemente un tono surrealista para causar terror, que no había en él ningún tipo de metáforas alusivas y que tenía gran calidad cinematográfica y debía ver la luz. No en vano, la cinta fue reconocida con un premio Emmy, como el mejor programa dramático del Canal 47 de Nueva York, con el Premio de la Crítica Internacional del Festival de Montecarlo, la Ninfa de Oro de la Unda, el Premio Marconi de Mifed de Milán, el Quijote de Oro al Mejor Director, el Premio Ondas, el Fotogramas de Plata al mejor actor y, paradójicamente, hasta con el Premio Nacional de Cinematografía. Pese a todo, Pérez-Viñeta insistió en que en su pueblo, ni más ni menos que la insigne ciudad de Mérida, aún subsistía una clara aprensión a tomar un ascensor, cuanto más la habría a usar las cabinas tras ver el fatal desenlace del film.

Supongo que le interesaría advertir de las pérdidas económicas que podían surgir si cundía el pánico cabinero. Cualquier argumento era válido para detener la propaganda antifranquista que él pensaba subyacía en La Cabina. Menos mal que otro consejero zanjó: "Tal vez sea mejor educar a tus paisanos, Alfonso".

Permítanme que aporte otro dato que da idea de la importancia de Telefónica en la historia de España: 25 años después de su estreno, se realizó un spot televisivo protagonizado por López Vázquez en el que la puerta de la cabina se abría y podía salir, como símbolo del fin del monopolio y la liberalización del mercado de la telefonía en España.

Anécdotas aparte, el profesor Calvo, autor de Historia de Telefónica, ya contaba en su currículum con varias publicaciones de interés sobre la historia de las telecomunicaciones en España en revistas académicas de referencia como Business History, Urban History, History and Technology, Revista de Historia Industrial o Revista de Historia Económica. Pero, sin duda, con esta obra más que recomendable, ha alcanzado su mayor nivel científico y académico.

Fabián Estapé Rodríguez. Economista.

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky