España no está siendo rescatada ni tampoco intervenida? formalmente. En este país, todos opinan e intervienen sin ser interventores, paisanos o acreedores. Cuanto más ruido, más inquietud, y así el diferencial del coste de la deuda crece al tiempo que afloran nuevas dificultades en las comunidades autónomas e incapacidad de pago en los ayuntamientos. En este momento, cualquier decisión gubernamental deberá aplicarla el Gobierno siguiente. Así, conviene reducir, en lo posible, el periodo intermedio.
Sea quien fuere el ganador de los próximos comicios, encontrará grandes dificultades. Tanto mayores cuanto más tiempo pase antes del cambio de Gobierno, pues las decisiones del actual tienen vida efímera y pocos medios disponibles. Además, el coste -no pagado- de las políticas activistas de impulso a la actividad está elevando la carga de su refinanciación.
En los programas que se presentarán, las ofertas habituales de prestaciones sin coste estarán fuera de lugar, lo mismo que el mantenimiento de parte de las actuales. De modo que, para atender sin coste adicional a los accidentados, habrá que cerrar instalaciones sin enfermos y cobrar por las visitas puramente cosméticas que, junto al absentismo injustificado, están entre las principales causas de demandas de prestaciones sanitarias. La oferta de grandes obras públicas estará de más, se comenzarán a escuchar las propuestas de concentración de ayuntamientos, la aceptación para todo el país de las pautas de cada autonomía, de reducción -manteniendo la proporcionalidad basada en el censo de población- del número de representantes y otras sugerencias de sobriedad y cumplimiento con los compromisos de pago asumidos.
Estas actitudes, siendo relevantes, deberán hacerse oír sobre el telón de fondo de quienes, alegando no ser culpables de la crisis, no tienen por qué pagarla, del mismo modo que, no siendo culpables de la lluvia, no tienen por qué mojarse. Los amigos de los ricos pedirán un aumento de impuestos sobre sus ingresos para impulsarles a irse. Por su parte, los cinco millones de parados deberán optar entre las ofertas de paseantes con tiempo para cantar y los que tratan de mantener en pie la actividad productiva.
La elección de la fecha es cuestión de conveniencia, pero los resultados afectan a los convocantes y a los demás. En este envite, la responsabilidad está del lado que aguanta y explica. El brillo y el ruido están de más.
(Joaquín Trigo Portela es Economista. Fomento del Trabajo Nacional).