No hace ni un año que la decisión del Ejecutivo de eliminar una de las ventajas de las sicavs, la de reducir su capital sin tener que rendir cuentas a Hacienda, llevó a muchos a augurar que el futuro que le esperaba a este instrumento de inversión, ligado sobre todo pero no solamente a los grandes patrimonios, era el de desaparecer.
Sin embargo, el clima de cambio de Gobierno ha provocado que se haya desvanecido la incertidumbre acerca de su fiscalidad. Pocos creen ahora que las sicavs dejen de tributar al 1 por ciento en el Impuesto sobre Sociedades, su principal ventaja fiscal hasta la fecha. Y eso es precisamente lo que explica el boom de nuevos registros de estas sociedades, que crecen un 73 por ciento. No se creaban tantas desde el segundo semestre de 2008.