Opinión

Demasiado oxígeno para revivir a un muerto

Fernández Ordóñez

Se puede decir que Miguel Ángel Fernández Ordóñez tomó el mando de la CAM hace 14 meses, durante aquellos 15 días de mayo de 2010 en que el Gobierno de Camps perdió el control político de sus dos grandes cajas.

La entidad estaba para intervenir, pero el gobernador no quiso hacerlo por la mala imagen que daría para España, al ser la cuarta caja en tamaño, y porque pensó que podría arreglarlo encontrándole un novio con quien casarla. Y a fe que lo buscó, hasta confiarle el muerto a Manuel Menéndez. Con el mando a distancia, Ordóñez fue conduciendo a la moribunda entidad a la fusión con Cajastur y compañía, hasta que Menéndez se dio cuenta de lo que se le venía encima y optó por salir corriendo.

En lugar de cortar por lo sano, el gobernador continuó dando oportunidades a unos gestores que habían demostrado su incompetencia y sobre los que ya tenía indicios de una gestión cuanto menos negligente. Los directivos y consejeros de la caja llevan meses insistiendo en que todas sus decisiones las consultan con el Banco de España y cuentan con su visto bueno, lo que hace corresponsable a Ordóñez de esta larga agonía. Una agonía que el gobernador estaba dispuesto a prolongar hasta el 30 de septiembre y que, en una decisión por fin acertada, los consejeros de la CAM decidieron atajar.

Igual que hace 14 meses, la Generalitat no ha tenido ningún papel en este trascendental momento. Queda la duda de si Modesto Crespo habrá llamado para comunicárselo a quien le colocó en el sillón en 2009, el todavía presidente en funciones, Francisco Camps.

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