Aunque los últimos test de estrés a la banca europea fueron más rigurosos que los precedentes, sufren serias carencias.
Pese a que salen a la luz en medio de una dura crisis de deuda europea que los mercados vigilan con el diente afilado, no contemplan una valoración a precios de mercado de la cartera soberana de las entidades.
Quizá porque eso afearía especialmente la foto de la banca germana y gala, lo que demuestra que la EBA está demasiado influida por Alemania y Francia.
Por otro lado, no plantean un eventual escenario de pánico bancario que se traduzca en una retirada de depósitos, algo que no sería descartable si se produce un impago.
No indagan sobre la estabilidad de esos fondos, pese a que una serie de retiradas masivas destrozaría los ratios bancarios. Demasiadas omisiones para ser fiables.