El presidente de CEOE, Joan Rosell, se sumó ayer en el Ágora de elEconomista a ese creciente elenco de ciudadanos que sólo justificarían la permanencia de Zapatero al frente del país hasta el fin de legislatura si fuera para hacer reformas.
Pero eso es algo que descarta reiteradamente cada acción del todavía presidente del Gobierno. Así pues, Zapatero debería poner en práctica el consejo patronal y dejar paso a otros que enderecen sus desmanes en forma de minirrecetas light que han pasado por el mercado laboral, sobre todo, dejando mucho papel y muy poca huella.
Debe pasar el testigo. Ya que ha llegado a esta tesitura cateando sistemáticamente la asignatura de gestión, no estaría de más que escuchara el consejo del empresariado. Urge un cambio, y demorarlo es perder oportunidades. Las recetas tardan en hacerse patentes en las cifras, y cualquier retraso en su implantación se mide en términos de paro y dificultades de financiación para la economía española.
No nos lo podemos permitir. Desde CEOE se hacen propuestas razonables, como la evaluación de los funcionarios, la lucha contra el absentismo, el adelgazamiento del lastre que supone un sector público sobredimensionado o la bajada de cotizaciones, que justo en estos momentos podría propulsar la competitividad española de modo que contrarreste los vaivenes de la crisis. Nada de eso ha hecho Zapatero.
Y estamos aquí, a la zaga de Europa en cuanto a la recuperación. Si no lo ha hecho ya, ni lo va a hacer antes de marzo de 2012, no hay nada que le ate al Gobierno. En este punto, la única medida económica que puede tomar ya es el adelanto electoral.