España afronta cinco jornadas críticas más que pueden incendiar el verano más caluroso del euro. La publicación, este viernes, de los test de estrés a los que nuestro sistema comparece casi al completo.
Y desde el lunes se sucederán, por orden, la fijación del precio de Bankia, una emisión de letras, el toque de campana de la entidad que preside Rato, una subasta del Tesoro y el debut bursátil de Banca Cívica.
Pasos todos pendientes del colmillo del mercado que condicionarán, a su vez, la instantánea del posado estival español, del euro, y el devenir inmediato de la especulación inversora sobre el dominó de los PIIGS.
Ayer todos los indicadores de riesgo españoles amanecían en alerta roja, como los del resto de compañeros de viaje en la crisis europea. Sólo el rumor de compra de bonos periféricos por el BCE aplacó la fiereza del CDS, la prima de riesgo y el desplome bursátil. Ya pierde peso el plan galo para refinanciar a Grecia en favor de una voladura controlada del caos heleno que aligere su deuda a la que seguiría un crédito puente para Atenas, como propone Alemania. La postura francesa es ingeniería financiera para posponer los pagos, y los verdugos del rating la asimilarían a impago.
De ahí que los germanos vuelvan con la tesis del canje de títulos por otros a mayor plazo con asunción de pérdidas. Ésas sí que reducirían la carga de Grecia y harían viable su vida económica, pero sin impedir que los países y entidades involucrados encajen el impacto en sus cuentas.
Y ahí el riesgo sería el contagio. Sin embargo, los jefes del euro siguen fijando reuniones, etapas, debates, aferrándose a que el BCE coloque otro parche, dejando todo correr...