Una de las lacras de la crisis en los países desarrollados es el paro juvenil. En los Estados donde la tasa ya era alta cuando comenzó la crisis, se ha acentuado aún más. España lidera el ranking y sus efectos serán catastróficos. Si los jóvenes no se forman en el mercado laboral, no avanzarán en sus conocimientos y nos estancaremos en una economía poco competitiva.