Los corsarios eran piratas con patente del Estado para ejercer la rapiña. Siglos más tarde, una entidad supuestamente sin ánimo de lucro, la SGAE, ha detentado la capacidad para recaudar indiscriminadamente unos derechos que han funcionado como exacciones fiscales abusivas bajo la excusa de que se repartían entre los autores.
Este diario ha denunciado muchas veces que esta suerte de Robin Hood, Teddy Bautista, empleaba lo recaudado en medio del mayor secretismo. Que así se sufragaron sueldos disparados, pensiones doradas y hasta una red inmobiliaria. Incluso apuntamos el enriquecimiento personal de Bautista.
Ahora, según el auto del juez, podría haber un desvío de fondos. O sea, que el corsario que perseguía la piratería escondía, además, un tesoro . Esto exige un cambio inmediato del sistema, un mayor control y transparencia.
La Administración es responsable por dejación. Por mucho que ahora peleen sobre si la tutela era de la comunidad o del Estado central, el Gobierno de Zapatero tenía las prerrogativas para cerrar la SGAE o renovarla.
Pero este colectivo era uno de los apoyos del Ejecutivo, que incluso nombró a un miembro, González-Sinde, como ministra del ramo. ¿Estamos ante una red clientelar? Pese a todo, sus directivos se resisten a irse. Hay que echarlos y fijar una comisión gestora.
Hoy existen alternativas que no fomentamos para que el autor cobre como los minipagos, y el Gobierno afirma que revisará el canon... ¿Obedece a una nueva estrategia de un PSOE dispuesto a echar por la borda a uno de sus tradicionales respaldos con tal de recuperar a unos jóvenes desencantados y ligados a Internet?