Christine Lagarde ya está al frente del FMI. Su principal reto será el de lograr una solución para Grecia que no parezca un favoritismo hacia los europeos.
Además, tendrá que mediar entre EEUU y China con el fin de que coordinen sus políticas. Y debe reorganizar la institución de forma que dé más voz a los emergentes. ¿Tiene lo que hace falta?
Por primera vez, el Fondo lo dirige una persona con buena parte de los méritos acumulados en el sector privado. Es dinámica, habla inglés, sabe negociar y moverse entre políticos.
En su contra está que no es economista de carrera, que forma parte del establishment europeo y que puede usar el cargo como trampolín político. Debe demostrar que estos factores no la condicionarán a la hora de encontrar una salida razonable a la situación del euro.