Lo que muy pocos esperaban se ha producido. El primer ministro británico, el conservador David Cameron, ha anunciado públicamente (ante un paraninfo de dirigentes empresariales y próximamente lo hará también ante los jefes de Gobierno de la UE) que Reino Unido no contribuirá "ni un penique más" al rescate de Grecia.
El líder tory ha asegurado que su país no está obligado a dar ayuda a Grecia salvo que los fondos se doten a través del FMI? ¡Porque Gran Bretaña no está, gracias a Dios, en la eurozona!
"Si el primer rescate de Grecia lo llevaron a cabo los miembros de la zona del euro, no veo absolutamente razón alguna para que Gran Bretaña se viese arrastrada por los mecanismos financieros europeos o cualesquiera otros a un nuevo rescate de Grecia", explicó Cameron. Así pues, el sufragio del segundo balón de oxígeno para paliar la asfixia financiera del país heleno no puede contar con el apoyo de la antigua potencia de los mares?
Para poner al lector en antecedentes, hay que señalar que los responsables de finanzas de Los Veintisiete han condicionado un nuevo rescate de Grecia -12.000 millones- a la aplicación por su Gobierno de medidas de austeridad que comprenden, entre otras, aumentar la presión fiscal y recortes masivos del gasto público (unos 28.000 millones); pero en ningún momento se ha especificado que algún país más, aparte de los 17 de la eurozona, tenga que contribuir.
Parece que en Downing Street se han curado en salud, por si acaso? o que, como claramente explicó en el Parlamento el secretario de Estado del Tesoro británico, Mark Hoban, ante la situación general de las arcas de los 17 del euro, el FMI tenga que participar en la ayuda y, claro, Gran Bretaña sí es miembro de esta organización, por lo que algo le tocaría. Y es que la palabra solidaridad no debe estar dotada de contenido en la lengua inglesa.
Por otro lado, el proverbial catastrofismo inglés ha salido a relucir en estos momentos de forma aún más patente y a la postura del Gobierno se suma la de los laboristas, encabezados por el exministro de Exteriores, Jack Straw, quienes auguran que el euro "no puede durar" y, "si va a morir, ¿no sería mejor que todo ocurriera rápidamente en lugar de tener que asistir a una muerta lenta?"? ¡Sin comentarios!
Explicar el No
Una vez que hemos intentado digerir las consecuencias de esta descarga de artillería británica, nos ha sido más fácil encadenar factores que a nuestro juicio considerábamos trasnochados o, al menos, adormecidos, para explicar las causas del No.
Unos motivos que gravitan en torno a ciertas ansias provinientes de la época de expansión del Imperio Británico y a los resquemores inherentes a la pérdida irremediable del estatus de potencia dominadora (al menos de territorios, no de situaciones?).
Y es que de aquellos posos vienen estos lodos, y suponemos que resulta difícil para Gran Bretaña superar el hecho de que durante las primeras décadas del siglo XX, su Imperio abarcase una población de cerca de 458 millones de personas y unos 33.000.000 km² de extensión (aproximadamente una cuarta parte de la población mundial y una quinta parte de las tierras emergidas), y en estos momentos sea un país más que se niega a aceptar el principio que rige la UE; es decir, que "la mejor manera de superar las limitaciones y las rivalidades entre los países europeos sea potenciar la cooperación entre ellos hasta el punto de que sus intereses presentes y futuros no los puedan decidir por separado, sino el conjunto de todos ellos".
La integración europea se fundamenta, económicamente, en el sistema de libre mercado y de propiedad privada y, políticamente, en el sistema democrático, el Estado de derecho y el respeto y protección de los derechos humanos y las libertades fundamentales, es decir, en principios por los que llevamos luchando muchos años de forma diplomática, pacífica, racional?; aunque parece que a Gran Bretaña no la llega a convencer, como ya hemos señalado, la unión monetaria del euro.
De un modo u otro, esto nos ha llevado a recordar los menesteres de dudosa ética que dos líderes británicos, el conservador Benjamin Disraeli (Primer Ministro favorito de la reina Victoria I) y su rival Gladstone hicieron para ofrecer a su Graciosa Majestad "un collar de tierras sometidas" (eso sí, a la manera británica). Actualmente, todas "las joyas territorriales de la corona" se han perdido? ante esta situación sentida por los británicos como una humillación, casi puede hasta justificarse su No a Grecia? ¡No es posible ceder ni un ápice más de poder!
Recurriendo a un análisis magnífico de Ortega y Gasset comparando las ruinas del imperio español y el británico (sobre todo cuando reverdece la controversia de las Malvinas y pulula el fantasma de la independencia de Gibraltar, que según algunos optimistas podría resultar la última cuenta del collar tejido por Disraeli), concluimos que el descenso del imperio británico ha sido lento, pero mayestático? y por eso dicen No.
Fabián Estape Rodríguez. Economista.