G recia ha aprobado por una corta mayoría de cinco votos un paquete de reformas económicas que exigía un amplio consenso por parte de su clase política. Nueva Democracia y su líder, Antonis Samaras, quien con tan poco acierto gobernó entre 2004 y 2009, ha preferido hacer capital político de cara a las próximas elecciones, que algunos ya adelantan se provocarán a finales de año.
Las medidas adoptadas el pasado miércoles son duras e impopulares y sólo retrasarán lo que para muchos es un desenlace inevitable: la reestructuración de una deuda griega de 300.000 millones, que supone el 150 por ciento de su PIB.
El Banco de Pagos Internacional, una institución fuera de toda duda partidista, ha calculado que Grecia -que en la actualidad sufre un déficit presupuestario del 3 por ciento de su PIB- necesitaría dar una vuelta a la situación y empezar a acumular superávit presupuestarios primarios del 3 por ciento (es decir, antes del pago de intereses de la deuda) ¡durante 20 años! para poder reducir su deuda al 60 por ciento de su PIB y cumplir con el mandato establecido por la Unión Europea para todos sus miembros.
Francamente difícil para una economía con exigua presencia en los mercados internacionales y escasa capacidad exportadora. No le faltaba algo de razón al señor Samaras cuando dictaminaba que el problema fundamental de Grecia era su falta de liquidez.
"Ya podrán ustedes imaginar qué pasa en una economía en la que los consumidores no tienen capacidad de gasto, el Gobierno tampoco, y no hay inversión extranjera" se quejaba recientemente al Financial Times.
Dictamen que, sin embargo, no le ha impedido poner en peligro con su voto negativo la concesión por parte de la UE y el FMI de una última partida de ayudas por valor de 12.000 millones de euros y el desbloqueo de un segundo paquete pendiente de aprobación por valor de otros ?170.000 millones. Contradicciones de la política y de los políticos cuya factura acaban pagando los pueblos.
Y la factura es sangrante. A las medidas de austeridad ya adoptadas se suman aumentos de los impuestos de renta y consumo que según el periódico griego To Vilma representarán una carga adicional de 2.800 euros anuales para una familia griega media.
Devenir en el aire
El futuro es incierto y las dudas sobre la posibilidad de una suspensión de pagos no han sido despejadas hoy, ni lo serán tampoco en los meses sucesivos. En ese contexto, la iniciativa del Gobierno francés para aliviar la carga que para Grecia supone el pago de su deuda ha sido acogida con interés incluso por Alemania, hasta ahora tan reacia a cualquier martingala que supusiera una modificación de los compromisos establecidos. Y es que a la fuerza ahorcan.
En esencia, la propuesta francesa es un brillante juego de espejos que se espera reciba el beneplácito de las agencias de rating otrora convictas de ligereza criminal y ahora reconvertidas en guardianes de la más pura ortodoxia financiera.
Grecia deberá amortizar hasta mediados de 2014 bonos por valor de ?82.500 millones. Los griegos hacen que pagan el cien por cien de la deuda y los acreedores, bancos y otras instituciones financieras cobran en efectivo, con carácter inmediato, un 30 por ciento; el resto, un 70 por ciento, lo reinvierten en una sicav que a su vez invierte el 50 por ciento de ese reintegro en bonos a 30 años de la república griega y el 20 por ciento restante en activos emitidos por una entidad europea con calidad crediticia AAA.
¡Voilá! De un plumazo hemos alargado el plazo de la deuda y, lo que es más espectacular, ese 20 por ciento restante, y aquí está el detalle, se transmuta de deuda griega calificada como junk (basura) a deuda europea de primera calidad.
Los bonos a 30 años devengarían un 5 por ciento de interés fijo más un variable en función de la marcha del PIB griego, que podría suponer un máximo de un 2,5 por ciento adicional.
"Y para que no falte de ná", como diría el castizo, mediante este esquema los bancos podrán a su vez transmutar la deuda griega que ahora contamina sus balances por higienizadas participaciones en sicav (Sociedad de Inversión de Capital Variable) que a su vez, todo son ventajas, estaría capacitada para emitir deuda, transfiriendo, de este modo, parte del riesgo a los nuevos compradores de sus bonos.
Ignacio Nart. Analista Financiero.