El sí al ajuste evitó una quiebra inmediata en Grecia, lo que afloja la presión sobre otros periféricos, como España. Pero el adiós a un default inminente no salva de uno a medio plazo.
Por ello, hay que dosificar el alivio que dieron ayer los mercados. El plan prosperó por los pelos, con 138 votos en contra, algo que alimenta el recelo de Merkel y del FMI. Papandreu sólo tranquiliza. Ha ganado batallas, pero tiene pendiente una muy dura.
El mercado atiende ahora a cómo se negociará con la banca la prórroga de la deuda pública griega, un proceso que dará idea de lo que puede pasar si la situación crítica se da en un país más sistémico para el euro. El sí heleno de ayer es como un antibiótico.
Si no se acaba el tratamiento, rebrota la enfermedad. Una pastilla aislada, o dos, no curan el mal. Tanto peor si es contagioso...