El gobernador del Banco de España sigue defendiendo su gestión de las cajas. Sin rubor alguno, Ordóñez afirma que, aunque lenta, la reforma de estas entidadas marcha bien. Sin embargo, ayer mismo el FMI se encargó de refutarle.
El órgano declaró que en España los bancos más débiles deben ser reestructurados e intervenidos sin mayores dilaciones. Justo lo que no hemos hecho. Se antoja lógico que se concedan ayudas a entidades viables. Pero aquí el gobernador se ha empeñado en defender la robustez del sistema y asegurar que todo es viable, hasta el punto de explicar que CCM no era insolvente ¡el mismo día que la intervenía! Muchas veces incluso negó las informaciones de este diario sobre las dificultades existentes.
En estos momentos, la prueba del algodón para la reforma debe consistir en comprobar si vuelve el crédito y si hay inversores de fuera dispuestos a entrar en las cajas. Sin embargo, ni hay crédito ni hay inversores, a menos que éstos paguen sólo la mitad del valor en libros en el mejor de los casos. O sea, que la reforma sigue estancada. Aquí nos hemos obsesionado con los requisitos de capital y solvencia, pero esto supone un engaño.
Es como pintar una gotera: sólo serán viables aquellas entidades con buenos gestores y una importante capacidad para generar beneficios, porque si hay un agujero, éste terminará comiéndose el capital. Pero si el agujero se carga contra una buena cuenta de resultados, ésta terminará absorbiéndolo sin problemas. Por eso, hay que utilizar la capacidad de intervención y discriminar entre las entidades buenas y malas. De no hacerlo, el inversor tampoco discriminará y pensará que todo es igual de malo.