Bruselas sigue poniendo parches a la herida griega. Defiende que la semana próxima se libere un nuevo préstamo a la economía helena de 12.000 millones como mínimo de modo que gane tiempo para seguir negociando el segundo rescate.
Pero el vendaje de un nuevo crédito no detendrá la hemorragia helena. Engrosar su deuda es como dar cerillas a un pirómano. Y ya ha quedado probada la ineficiencia de los salvamentos. La UE debe asumir que Grecia no podrá hacer frente a sus compromisos.
Cualquier reestructuración light de la agenda de pagos no es más que negar la realidad, agrandar el problema y comunicar riesgos periféricos. Y el FMI exige más garantías de que recuperará su ayuda.
Es hora de grandes remedios. Debe haber quita y nuevos ajustes. El debate europeo debe partir de ese punto.