Desde Atenas a Barcelona, las protestas violentas contra los recortes han dado un nuevo giro a la crisis. ¿Y si ahora las poblaciones se resisten? En Grecia, el primer ministro está dispuesto a ofrecer su dimisión a cambio de que se apruebe el ajuste.
Pero la oposición afirma que sólo participará si renegocia el rescate. O sea, en el caso de que llegase otro flotador heleno, se añade la incertidumbre de ¿y si Grecia no lo quiere?
En Barcelona, se oponían a un tajo que CiU ha limitado al 10 por ciento del presupuesto. Los ciudadanos de países desarrollados sufren el paro, bajadas de salarios, alzas fiscales y de precios. Pero no ven un ejemplo ni en los políticos ni en los banqueros. Respecto a estos últimos, los 15 principales de Europa y EEUU ya ganan un 36 por ciento más este año mientras sus entidades apenas ingresan un 2 por ciento más.
En EEUU, se confirma que la política de apuntalar el sistema financiero a golpe de inyecciones sólo da inflación y crecimientos anémicos. Y sus políticos aún no acuerdan una reducción del gasto. Esto es, más dudas al cóctel. Es el momento de aprender lecciones de la crisis. Se han gastado recursos en salvamentos inservibles.
Si en Europa echamos más dinero a Grecia, tan sólo será más insolvente. Como mucho lograremos algo de calma, pero el problema volverá, cada vez más violento, a la prima de riesgo y la bolsa. Hay que dar una solución rebajando la carga de deuda.
Eso permitirá que los ajustes y las inyecciones a Grecia funcionen. Se debe negociar con los bonistas, quizá apoyados por un plan de estabilización masivo retirado gradualmente. En caso contrario, el ciudadano no entenderá que se mantengan estas políticas.