Después de las sucesivas caídas sobre los parqués, se antoja normal que hubiese una corrección al alza. Sin embargo, ¿significa esto que cambia la tendencia? ¿Estamos ante una nueva ola alcista? Ni mucho menos.
Los fundamentales de la economía no animan, desde un EEUU con crecimientos anémicos a una China intentando no sobrecalentarse pasando por una Europa que sigue lastrada por el riesgo periférico.
Y encima hay, sobre todo, dos incertidumbres muy importantes: una, qué sucederá después de que la Fed suprima sus estímulos; y dos, qué va a ocurrir con la deuda de Grecia, Portugal e Irlanda.
Por eso, no es de extrañar que, pese a que los precios de las acciones ahora parezcan baratos, la gran mayoría de los gestores se incline por la liquidez. O sea, se ponen a cubierto.