Los mercados se enfrentan a un peligroso cóctel. La recuperación estadounidense se ralentiza, el empleo sigue siendo un hueso duro de roer para Washington, y la Fed no habla de una eventual QE3.
Hará falta un ajuste fiscal, pero con el hándicap de que no lastre el ya maltrecho crecimiento. Tampoco desde la OPEP soplan vientos a favor: no elevará la producción de crudo.
Y, ante las dudas sobre Grecia, el ministro alemán de Finanzas propone un canje de bonos helenos con vencimiento en los dos próximos años por otros a siete años. La incertidumbre crece y lleva al S&P y al EuroStoxx a rondar las referencias que no querrían dejar de pisar.
Si el nerviosismo cunde, las perderán. Rotos esos soportes, el suelo estará mucho más abajo, lo que no presagia nada bueno. Las bolsas se pueden dar una bofetada.