Los paises emergentes se están convirtiendo en el mayor polo económico del mundo. Según la previsiones de BBVA, el mantenimiento de un diferencial de crecimiento entre emergentes y desarrollados de nada menos que cuatro puntos porcentuales en los próximos diez años conllevará que el mundo emergente -que ya acapara un 46%del PIB mundial al ajustar por paridad de poder adquisitivo (PPA)- supere al desarrollado en términos de tamaño del PIB tan pronto como 2013.
Obviamente, cuando hablamos del mundo emergente estamos tratando fundamentalmente de China, seguida de lejos por India y aún de más lejos por Brasil, Indonesia, Corea y Rusia. De hecho, el grueso de la contribución al crecimiento mundial del mundo emergente respecto al desarrollado se explica exclusivamente por China.
Por tanto, se hace cada vez más evidente que el futuro económico del mundo emergente descansa fundamentalmente en el de China. Esto es especialmente cierto para el Sudeste Asiático, tan dependiente de las importaciones de China dentro de la cadena de producción asiática, pero también para los países exportadores de materias primas.
En ese sentido, parece importante analizar cuáles son los riesgos que podrían llevar a una súbito frenazo del crecimiento económico chino y, más importante todavía, los que pondrían en tela de juicio su modelo económico.
En el corto plazo, el mayor riesgo que atraviesa China es el sobrecalentamiento reflejado no sólo en una inflación muy superior a la de años pasados, sino también en el fuerte aumento del precio de los activos inmobiliarios (y no tanto ya de los activos financieros, por motivos relacionados con el escaso desarrollo del mercado bursátil y el mercado de bonos chinos que hacen que sus precios tengan movimientos muy erráticos).
En realidad, el fuerte aumento en el precio de los activos inmobiliarios no se produce únicamente en China, sino también en otros países emergentes y, en muchos casos, acompañado de fuertes incrementos de los precios de los activos financieros.
Sobrecalentamiento económico
Esta evolución no debería extrañar si se considera que el resto del mundo emergente (al menos en Asia y en la mayor parte de América Latina) está en una situación de sobrecalentamiento y de relativamente elevada inflación, al menos si se la compara con la de los últimos años. La pregunta es cuánto de ese aumento del precio de los activos inmobiliarios (y financieros, para el caso de muchos emergentes) es justificable por las excelentes perspectivas de crecimiento del mundo emergente, especialmente en términos relativos a la inversión alternativa, es decir, a los activos del mundo desarrollado.
En el caso concreto del mercado inmobiliario chino -por volver al país más sistémico y, por tanto, a la pregunta más relevante-, la valoración del Servicio de Estudios de BBVA es que hay factores fundamentales de la economía china que pueden explicar el aumento de la vivienda sin pensar necesariamente en que se esté desarrollando una burbuja.
El primer factor es el enorme aumento esperado en la renta disponible -no sólo por el fuerte crecimiento económico, sino también por el reequilibrio que se va a producir en el crecimiento chino a favor del consumo, lo que empujará aún más la renta disponible-. El segundo factor fundamental que presiona el precio al alza es la cada vez mayor escasez de terreno disponible para la construcción.
Por tanto, el alto precio de la vivienda en China parece estar generando un problema más social -de falta de capacidad de compra, dados los precios actuales- que económico (relacionado con un precio de la vivienda insostenible). Es decir, es como si los precios hoy estuvieran anticipando una renta futura que, obviamente, no es la actual. Este problema se agrava en el caso de China por su pésima distribución de la renta.
Margen de reacción
En resumen, el mundo emergente debería seguir adquiriendo un papel cada vez más preponderante en el mundo, empujado, en buena medida, por China. El riesgo más importante a corto plazo es el del sobrecalentamiento y una excesiva alza en los precios de la vivienda, pero sigue siendo uno moderado, al menos desde la óptica económica.
El peligro asociado con el aspecto social es real, y explica, entre otras cosas, la atención que han puesto las autoridades chinas en su XII Plan Quinquenal en la construcción de vivienda social con una meta de 36 millones para los próximos cinco años.
La holgada situación fiscal china da, por tanto, un margen importante al Gobierno para mitigar el impacto social de la burbuja. Así, parece que al mundo emergente no lo van a desviar fácilmente de alcanzar un merecido liderazgo en la economía mundial, a pesar de burbujas y sobrecalentamientos varios.
Alicia García Herrero. Economista jefe de mercados emergentes de BBVA Research.