La victoria del PP puede convertirse en un regalo envenenado. Han logrado una alta cota de poder al ganar hasta once autonomías, las cuales gestionan una buena porción de los presupuestos. Sin embargo, el peligro está en las cuentas que se les puedan presentar.
Aunque los que entren en un nuevo gobierno deberían contar con el 60 por ciento de los fondos, los perdedores bien pueden haberse dado más de una alegría con el gasto y dejar bastante menos, algo que refrenda tanto los datos de consumo y empleo públicos como la forma en que se ha disparado el déficit de las autonomías.
En el mejor de los casos se habrá acelerado el pago de facturas en mora, pero todo apunta a una gestión muy complicada por delante que, en parte, dependerá de la regulación del Gobierno central y que será arma electoral...
