Pese a las tensiones entre los países miembros, la UE ha acordado un aumento del fondo temporal para que disponga en la práctica de 440.000 millones. ¿Y qué hace con Grecia ante la evidencia de que no puede pagar?
Tan sólo acepta que el plan de salvamento tenga vencimientos más largos y unos tipos de interés rebajados. Ya se habla de que luego puede haber otro reblandecimiento de las condiciones del rescate y hasta un aplazamiento de la deuda privada, aunque en este caso todavía se discute si se hará de forma voluntaria u obligatoria.
Los líderes europeos siguen temiendo que el sistema financiero se resquebraje y optan por comprar tiempo con la esperanza de organizarlo todo de aquí a 2013. Entonces, creen que podrán obligar a los acreedores privados a asumir su pérdida. Pero no hay tiempo. Se echa deuda a un problema de deuda, lo que es como verter gasolina al fuego y cada día que pasa sale más caro.
Los Estados y el BCE ya tienen en sus manos un 60 por ciento de los bonos helenos. A este paso, se quedarán con buena parte de ellos, y el contribuyente lo terminará costeando casi todo. Como los títulos de Atenas no son sostenibles, la quita se le aplicará al hombre de a pie en lugar de a la banca. Se evita que paguen los agentes privados que asumieron el riesgo.
La crisis empezó en un excesivo endeudamiento incentivado por la banca y unos tipos de interés bajos, y ahora la tendrán que abonar los ciudadanos, quienes deberán hacer frente a su deuda y la de sus gobiernos. Hay que acelerar las quitas y que cada palo aguante su vela. Si la banca debe ser rescatada otra vez, así sea. Pero que sus gestores sufran las consecuencias de sus malas decisiones.