Una parte de los concursos eólicos ha ido a empresas locales. El último de ellos, en Aragón, ha generado gran polémica.
Pero también hay controversias en los de Cataluña, Andalucía, Galicia, Castilla-León y País Vasco. Los tribunales incluso han anulado algunas concesiones. Sorprende que los ganadores no hayan sido las eléctricas, sino compañías tan alejadas del negocio eólico como discotecas o panaderías.
Un perfil que carece de los recursos técnicos para desarrollar tales proyectos. Por lo que puede darse una trama para especular con las licencias. Así, en concursos anteriores se ha visto que los adjudicatarios luego no construyeron los parques.
El propio Mas ha reconocido que el anterior gobierno no aplicó criterios homogéneos y se plantea reiniciar la burocracia. Hace falta control.