Opinión

Daniel Pingarron: Las escasas opciones de Atenas

El viernes por la tarde, coincidiendo con el cierre de la sesión bursátil europea, empezó a circular un nuevo rumor sobre Grecia. La capacidad para llamar la atención de cualquier rumorología que apunte hacia la reestructuración de la deuda griega resulta ya escasa, pero la versión aparecida el viernes tuvo un sesgo relativamente novedoso: el abandono del euro por parte de Grecia, y su vuelta al dracma.

Como de costumbre, el rumor fue rápidamente desmentido por las autoridades griegas y europeas con gran contundencia. Pero la tendencia del mercado, desde hace semanas, es ponderar con más intensidad los rumores que los desmentidos, posiblemente porque los primeros cuentan con mayor carga de lógica que los segundos.

La situación de Grecia es insostenible. Sus bonos en el mercado secundario cotizan a niveles en sintonía con una reestructuración, alcanzando el bono a dos años un 26 por ciento de rentabilidad.

Los CDS (seguros frente a impagos de los bonos), acarician los 1.500 puntos (para asegurar 10 millones de euros de deuda helena, se necesita 1,5 millones de euros).

Caben tres opciones

Llegados a este punto, a Grecia le caben tres opciones a medio plazo: conseguir nuevos préstamos europeos, manteniendo el guión establecido; acogerse a la reestructuración en alguna de sus versiones o reestructurar su deuda y, además, abandonar la moneda única.

La primera opción no sólo no ofrece garantías sobre su efectividad, sino que otorga muchísimas dudas. Lo más probable es que esta opción se limitase a retrasar una de las otras dos. Tampoco caben más recortes sociales en el país (las protestas y descontentos sociales son ya preocupantes) que tuvieran por objeto mejorar la solvencia y reducir el déficit y el endeudamiento, que en estos momentos se sitúa cerca del 150 por ciento del PIB.

A favor de esta opción existen criterios más políticos que técnicos. Principalmente, que no se reconozca el fracaso de los planes de rescate, demasiado tardíos, incompletos e improvisados, y que ahogan la capacidad de recuperación de los países rescatados. El permitir que Grecia reestructure su deuda sería un muy mal ejemplo para Irlanda, Portugal, y España.

Además, si bien es cierto que en los últimos meses ha descendido la exposición de Francia y Alemania a los activos griegos, ésta sigue siendo importante, por lo que una reestructuración acarrearía importantes pérdidas para los bancos europeos expuestos. Pero mayor si cabe es la preocupación por el euro, divisa que desde el jueves pasado ha recibido un fortísimo castigo en los mercados, perdiendo en dos sesiones más del 3,5 por ciento.

El segundo escenario (el de la reestructuración) es económica y técnicamente más riguroso. Dentro del mismo, existen varios matices y formulas para llevarse a cabo, desde el aplazamiento de los pagos a acreedores hasta los haircuts o quitas en las cantidades a pagar. En este sentido, los analistas hablan de descuentos del 50 por ciento en las devoluciones.

De este modo, se solucionaría el problema de las cuentas helenas de golpe, y a largo plazo el país podría volver a crecer de manera sostenida. Pero el terremoto que esta decisión desataría en los mercados sería de proporciones desconocidas. Hay quien ya lo ha comparado con el efecto que la quiebra de Lehman Brothers tuvo en las bolsas, provocando caídas de más del 40 por ciento desde septiembre de 2008 a marzo de 2009.

La tercera hipótesis supondría una versión más extrema que la segunda, exacerbando el empobrecimiento de Grecia durante los próximos años. Una opción demasiado dura como para ser realmente factible.

De momento, el daño infligido a los mercados por el problema griego ha sido moderado, muy lejos de alcanzar el máximo potencial de castigo.

La especulación, que acelera mucho este tipo de perjuicios, no está actuando con la agresividad del pasado, amenazada por el optimismo de fondo que albergan los mercados sobre la recuperación económica, y disuadida por la voluntad de Alemania y Francia de mantener el control de la situación, lo que se plasmó en la modificación del EFSF de recate europeo pospuesta hasta el próximo mes.

Todo puede empeorar

Pero en cualquier momento la situación puede empeorar, y no necesariamente de manera justificada -con el anuncio definitivo de la reestructuración de Grecia-, sino por un simple cambio de percepción.

Y en ese punto, los activos españoles cotizados, especialmente los bancos, podrían sufrir un desplome superior a los vistos en mayo y noviembre del año pasado o enero de este año.

Daniel Pingarrón. Estratega de Mercados de IG Markets.

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