Opinión

Marcos Suarez Sipmann: Bin Laden ha muerto, ¿misión cumplida?

La muerte de Osama Bin Laden hace que el mundo sea un lugar aparentemente más seguro. Pero las manifestaciones de júbilo y expresiones de triunfo están fuera de lugar. Y mucho más las amenazas de los incondicionales de quien no fue más que un asesino y un terrorista.

Como suele ocurrir, éstas son las reacciones que encuentran mayor eco mediático. En un primer momento, el precio del crudo bajó de manera sensible al reaccionar ante la noticia. Pero este hecho duró más bien poco.

Enseguida los mercados se dieron cuenta de que muy pronto imperará el miedo a represalias de la organización terrorista Al Qaeda y nuevos atentados. Esta debida prudencia no debe ocultar la buena noticia que supone el descabezamiento de Al Qaeda, que bien puede quedar debilitada por luchas intestinas.

No obstante, la justicia no es igual a la venganza y un proceso hubiera sido lo deseable. Al menos, el presidente norteamericano, Barack Obama, ha insistido con acierto en que Bin Laden no era un líder musulmán y que Estados Unidos no está en guerra contra esta confesión religiosa.

La base del pensamiento del terrorista más buscado del mundo, nacido en 1957, consistía en interpretaciones ultraortodoxas del islam suní, al que deseaba purificar de influencias occidentales. Para esta instrumentalización religiosa, su abundante dinero ?provenía de una acaudalada familia saudí? le permitió reclutar y financiar a miles de voluntarios.

Tras el 11-S y la posterior guerra de Afganistán, Bin Laden se escondió en Pakistán. En las proximidades de Islamabad ha sido finalmente abatido en un complejo residencial, mientras sus seguidores siguen inmolándose en atentados suicidas.

Pero lo que de verdad importa es que los problemas no desaparecerán y hay que empezar a ser conscientes de los cambios que están teniendo lugar. Según el instituto estadounidense Pew Research Center, en 2030 uno de cada cuatro seres humanos será de religión musulmana.

Seña de indentidad

El terrorismo de Bin Laden, gran manipulador, ha conseguido que muchos identifiquen al islam como un bloque homogéneo y peligroso. Una política de Occidente plagada de errores junto al actual auge de populismos en algunos países europeos no ha hecho más que empeorar la situación.

En las revoluciones que se vienen sucediendo en los países árabes se ha intentado ver el ascenso de fanáticos violentos, sin querer admitir que la base del movimiento aspiraba a una vida digna y en libertad. Esta percepción sólo está cambiando muy lentamente.

En cuanto a la, en general, inmovilista actitud de Israel, un periodista del diario The New York Times afirmaba que los nuevos gobiernos árabes que están emergiendo de las revoluciones se merecen algo más que un viejo Israel.

El problema de la desesperación y la pobreza en los territorios palestinos sigue candente y sin visos de solución en el horizonte cercano. Palestinos del movimiento Hamas han condenado la muerte de Bin Laden calificando al líder de Al Qaeda de santo guerrero árabe.

Temor a represalias

Pakistán, el país donde ha resultado muerto Bin Laden, es un Estado fallido en posesión de la bomba atómica. Allí, el estado de ánimo no es de júbilo, sino de preocupación. Aunque Pakistán es un aliado de Estados Unidos y Al Qaeda le declaró la guerra, se sospecha que miembros de sus servicios de seguridad protegen a Al Qaeda.

Se temen las represalias terroristas en las que ya han perdido la vida miles de soldados y civiles. En algunos sectores se muestra rabia contra Estados Unidos por llevar a cabo misiones ?y en particular ésta? en Pakistán.

A sólo dos meses de que comience la retirada de las tropas estadounidenses de Afganistán, la muerte de Bin Laden refuerza la estrategia de salida. Es preciso recordar que la decisión de Obama de poner fecha a la salida de Afganistán fue contestada tanto dentro como fuera del país. Los 150.000 militares de la Alianza destacados en Afganistán deben comenzar en julio a dejar en manos de las fuerzas armadas y la policía afganas la seguridad de los distritos menos conflictivos.

Esto no supondrá el fin del compromiso occidental con Kabul. Después de 2014, quedará un número  indeterminado de tropas extranjeras con la misión de instruir y apoyar a las fuerzas de seguridad afganas.

El presidente afgano, Hamid Karzai, colocado en el poder por Estados Unidos, se había distanciado de Washington, que le ha criticado por la corrupción rampante en el país y por sus contactos con la insurgencia. Tras congratularse de que ?haya quedado probado? que Bin Laden estaba en Pakistán, ha utilizado la muerte del líder de Al Qaeda para hacer un llamamiento a la búsqueda de una salida pacífica. Karzai ha pedido a los talibanes que dejen la lucha armada.

Diferencia con otros países musulmanes

En otros países musulmanes no árabes, como Indonesia o Irán, se presentan problemáticas muy diferentes que  requieren a la vez políticas dialogantes y una enérgica unidad de acción que hasta ahora brilla por su ausencia.

Turquía, el único país laico de mayoría musulmana y que se ha decantado de manera clara por la democracia ? si bien imperfecta ?, sigue siendo objeto de una política titubeante y poco seria por parte de la Unión Europea.

Los principios de la Unión Europea ?mucho más cercana cultural y geográficamente? al mundo árabe-musulmán que Estados Unidos, deben inspirar y moderar a nuestros socios americanos.

A España, víctima del mayor atentado de la historia de Europa (cuya autoría sólo fue implícitamente reconocida por Bin Laden) corresponde por su trayectoria desempeñar un papel central en una aproximación provechosa para todos.

El verdadero reto al que se enfrenta la humanidad es vivir en paz y huir de generalizaciones. La muerte de Bin Laden no cerrará lo que hemos dado en llamar la década del miedo. Todo lo contrario. Los atentados continuarán cobrándose víctimas. En especial ?y esto lo solemos olvidar demasiado a menudo?, en el mundo musulmán.

Sólo cuando dejemos de querer aplicar recetas simplistas a cuestiones complejas podremos aspirar a una convivencia pacífica.

Marcos Suárez Sipmann. Analista de Relaciones Internacionales.

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