Los mercados se tensan con España. La sombra de una quita en Grecia hundió el Ibex un 2 por ciento, encareció nuestras letras un 30 y elevó la prima de riesgo a los 230 puntos. Pero ni hace días íbamos tan sobrados, ni ahora vamos tan mal. Que esta reacción de los indicadores sea un fenómeno transitorio o no depende de la credibilidad de la política económica y del desgaste en la espera de las reformas pendientes, como la negociación colectiva.
Los fundamentales de España no justifican tan repentino retroceso, pero la UE vive jornadas intensas. La sombra de reestructuraciones antes de 2013 y las posibles trabas finlandesas a los rescates cuestionan la credibilidad europea. Y en la crisis de deuda periférica, España es la pieza clave, frontera última donde se juega el euro. Demasiado como para pasar inadvertida.