En 1922, al ministro de Defensa francés, André Maginot, un veterano mutilado en la Primera Guerra Mundial, se le ocurrió la idea de levantar una línea de fortificación a lo largo de la frontera con Italia y Alemania. El proyecto comprende 400 kilómetros de galerías y un centenar de torres fortaleza. Los trabajos concluyeron en 1936, cuatro años después del fallecimiento de Maginot, en un momento en que la amenaza de invasión por parte de Hitler parecía dar sentido a la obra.
El presidente galo, Nicolas Sarkozy, junto a la canciller germana, Angela Merkel, han recuperado la vieja idea de Maginot. Después del rescate de Portugal, trazaron una línea roja que impide que cualquier otro país del euro sea víctima de los mercados. Merkel, que celebró las Navidades con sus conciudadanos con un discurso en defensa del euro, es ahora consciente de que si España cae, la moneda única saltará por los aires.
¿Por qué cambió de opinión? No hace tanto que Zapatero culpaba a la canciller de todos sus males, al igual que lo hacían muchos de los empresarios de la primera fila del panorama financiero. Las grandes multinacionales germanas con presencia en España presionaron para la visita a Zapatero y le hicieron ver la importancia de nuestro país para sus intereses. España es la cuarta economía de la zona euro.
La delicada situación en la que se halla la banca alemana, la principal tenedora de deuda española, debió dar la puntilla a su decisión. Esta semana, la canciller tuvo que salir en rescate de dos entidades más y otro escándalo salpicó la filial americana de Deutsche Bank, el único gran banco que les queda.
Para hacer justicia, hay que reconocer que son Sarkozy y el ministro de Finanzas germano, Wolfgang Schäuble, consumado europeísta, quienes pujan en favor del euro. El presidente galo logró el compromiso de Merkel de defender la moneda única en la cumbre de la UE de diciembre pasado. Schäuble la convenció, en el largo viaje de Berlín a Seúl para participar en la cumbre del G-20, de que pusiera en marcha un nuevo fondo europeo.
Con Francia, los vínculos empresariales son muy potentes, y sus bancos tienen también grandes sumas de títulos hispanos. Paradójicamente, la crisis inmobiliaria, que a punto está de arrastrarnos al precipicio, tiene un aspecto benefactor: Berlín y París están atadas de pies y manos porque su banca financió la alocada aventura de las cajas en el ladrillo. En la mayoría de las instituciones circula sotto voce que España está a salvo porque así lo quiere el eje franco-alemán.
No corren la misma suerte Portugal, Grecia e Irlanda. Las manifestaciones de Schäuble alentando la posibilidad de una quita en la deuda griega son una prueba de ello. Los problemas de griegos e irlandeses y el riesgo de que de las elecciones finlandesas del domingo salga un Gobierno populista contrario al rescate de Portugal preocupan a Zapatero y aceleran su marcapasos. La prima de riesgo volvió ayer a superar los 200 puntos, después de que a principios de semana rozara los 180. Tan a salvo no estaremos.
Nouriel Roubini advierte hoy en elEconomista de que en algún momento en los próximos meses podemos entrar en zona de turbulencias. Esta semana se ha cumplido la fecha dada por patronal y sindicatos para reformar los convenios colectivos sin que el Ejecutivo haya legislado al respecto. Al contrario, amplió el plazo a "las próximas semanas".
Tampoco las ayudas a las cajas aprobadas por el gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, sirven de estímulo. La decisión de otorgar a través del Frob 2.800 millones a la Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM) en lugar de intervenirla es como pasar la patata caliente al próximo Gobierno y gobernador, ya que éste se irá en junio de 2012. Igual ocurre con otras entidades como CatalunyaCaixa o Novacaixagalicia.
La Línea Maginot no evitó la derrota de Francia en la Segunda Guerra Mundial. Los alemanes la rodearon y atacaron en Sedán, dividiendo en dos al ejército aliado. El error fue no tener en cuenta innovaciones como las unidades acorazadas o la aviación. Pasará a la historia como un fracaso estratégico muy costoso. Es imposible trazar una Línea Maginot a los mercados. Zapatero debería saberlo.