La confianza de los consumidores lusos ha caído durante 2010 y comienzos de 2011 para colocarse en los mismos niveles que en los peores momentos de la crisis. Tras años en los que han tenido un importante déficit por cuenta corriente, los portugueses están endeudados y necesitan desapalancarse. El duro rescate de Lisboa acentuará el proceso.