Zapatero anunció a bombo y platillo que el fondo soberano de Qatar iba a invertir 300 millones en las cajas de ahorros españolas. Sin embargo, tal y como informa hoy elEconomista, parece que esta inyección de capital se ha congelado.
Y eso que los catarís sí que han entrado en Iberdrola; invirtieron en el proyecto brasileño de Santander; y han mantenido conversaciones con el presidente de Telefónica. Ven atractivo el convertirse en socios financieros de empresas españolas, pero se muestran muy reticentes a entrar en las cajas.
Lo que subraya las dificultades existentes para atraer inversores privados a estas entidades. Incluso los fondos americanos, más acostumbrados a involucrarse en la gestión directa, no se atreven a apostar por el sector. De todos los que han mostrado su interés hasta ahora -Cerberus, Paulson y JC Flowers-, ninguno lo ha plasmado en una oferta.
El primer inconveniente se encuentra en que exigen grandes descuentos para poner su dinero en instituciones de cuyo valor y grado de saneamiento desconfían. Además, no comprenden cómo los gestores responsables de la situación actual puedan seguir al frente; ni que la nueva regulación blinde por dos años a los directivos que reciben ayudas públicas. Por no hablar de los problemas de tamaño que tienen algunas.
En vista del escaso interés que han despertado y ahora que Zapatero viaja a China y puede recabar inversores, quizá sea el momento para que el presidente se replantee su estrategia sobre las cajas. Por el momento, lo único claro es que está entrando con dinero público en ellas, sin saber cuándo y cómo saldrá.