El tejido productivo español, protagonizado fundamentalmente por las pymes y los empresarios autónomos, mira actualmente con verdadero interés el alcance de ese término mágico que aparece en todos los discursos: la innovación.
Es verdad, según los últimos datos disponibles, que la pyme camina muy lentamente hacia la cultura de la innovación en España. Aunque, al mismo tiempo, no es menos cierto que en los últimos años, también como consecuencia de la severa crisis que padecemos, ha realizado un notable esfuerzo y la incorporación de las nuevas tecnologías, por ejemplo, se mide en tasas de crecimiento del orden del 30 por ciento anual.
El pequeño empresario es consciente de que está abocado a subirse al tren de la I+D+i, especialmente al vagón de la i minúscula, si quiere competir en los mercados con más garantías de éxito. O, dicho de otra manera, si quiere elevar razonablemente los índices de productividad y competitividad de su negocio. Sin embargo, el momento en el que ha dado mayor valor a la importancia de adentrarse de lleno en la cultura de la innovación coincide, lamentablemente, con el periodo de mayor dificultad para acceder a la financiación que requiere incorporar a su empresa la infraestructura tecnológica y el capital humano necesarios para innovar, ganar en productividad y ser más competitivo. De hecho, la falta de recursos y la imposibilidad de obtener un crédito son las principales causas de que más de la mitad de las pymes y autónomos no realizaran inversión alguna en su infraestructura informática durante el año pasado.
Quizá haya que relativizar algo, en mi opinión, sentencias tan rotundas como las que apuntan que la I+D+i debe considerarse como "una cuestión de supervivencia", o que Internet es "la única tabla" de salvación de las pymes. Porque, actualmente, el empresario sabe que su situación sería mucho más soportable si no fuese víctima de la alta morosidad reinante, si pudiera acceder al crédito con más facilidad o, en fin, si encontrase menos dificultades a la hora de ajustar sus recursos humanos a sus verdaderas posibilidades.
Las pymes sí han incorporado los sistemas informáticos a su quehacer diario. Aunque, ciertamente, mientras que más del 80 por ciento de ellas lo usan como herramienta habitual para las tareas de gestión, sólo un 25 por ciento considera que también pueden ser un buen medio para fidelizar o incrementar su cartera de clientes. Esto explica que más de un 40 por ciento de las pymes no cuente con una página web corporativa y que sólo un 10 por ciento la utilice para fines comerciales (transacciones online fundamentalmente).
Pero la experiencia de las empresas que han invertido en innovación, aunque no sólo a través de la Red, es realmente atractiva: han elevado su productividad un 16 por ciento en el plazo de dos años, el valor de sus exportaciones ha aumentado en un 18 por ciento, e Internet ha permitido incrementar sus ventas en una media no inferior al 30 por ciento.
De ahí la importancia, en mi opinión, de la iniciativa Conecta tu Negocio que ha puesto en marcha Cepyme junto a Google, Strato, MRW y Orange, cuyo objetivo es facilitar al pequeño empresario las herramientas y el soporte necesarios para situar a su empresa en Internet, no sólo como escaparate, sino también -y fundamentalmente- como medio para incrementar su volumen de negocio.
Este proyecto, un icono más del compromiso de Cepyme con los pequeños empresarios y autónomos de toda España, encaja al mismo tiempo con los propósitos de la estrategia E2i liderada por el Ministerio de Ciencia e Innovación, en coordinación con las comunidades autónomas. Una estrategia cuyo gran reto es, a mi juicio, lograr la consolidación del factor valor añadido como exponente de la competitividad de la empresa española en los mercados. Y para ello, entre otros objetivos, se propone estimular la inversión privada en I+D+i con el fin de elevar su cuantía en 6.000 millones de euros.
Un horizonte, creo, razonablemente ambicioso a medio plazo, en cuyo recorrido no faltará -sin duda alguna- la ineludible colaboración del sector privado, especialmente el de las pymes y empresarios autónomos. Porque, no lo olvidemos, son los empresarios de este país los que pueden hacer realidad las expectativas que contempla el proyecto E2i. Entre ellas, la incorporación de 40.000 empresas más al tejido de las vinculadas a la innovación, así como la generación de medio millón de empleos más en este mismo sector.
En el ámbito de los denominados países del conocimiento, España figura entre los que viajan en los vagones más adelantados. Ahora, el gran compromiso es, como señalaba recientemente la ministra Cristina Garmendia, volcar esa ciencia en el potencial de crecimiento económico. Es decir, gestionar con éxito la transición hacia la economía del conocimiento. Algo que, efectivamente, pueden y deben impulsar las instituciones públicas, pero que deben protagonizar necesariamente los pequeños y medianos empresarios españoles.
Jesús María Terciado Valls, Presidente de Cepyme.