Opinión

Marcos Suárez Sipmann: Terremoto político en Alemania

Los cristianodemócratas de Angela Merkel no perdieron las elecciones en Baden-Württemberg y el vecino Land de Renania Palatinado. Fueron sus socios gubernamentales del Partido Liberal (FDP). Merkel ya ha descartado una remodelación del Gobierno en Berlín. El partido cristianodemócrata (CDU), no llegará a cuestionarse de momento el liderazgo de la canciller.

Sin duda, el desastre nuclear de Fukushima ha sido clave en lo ocurrido. La respuesta de Merkel ha sido torpe y hasta el ex canciller Helmut Kohl avisó contra su apresurado giro antinuclear, que se ha entendido como más electoralista que sincero. No obstante, ha sido el FDP del ministro de Exteriores y vicecanciller, Guido Westerwelle, a quien el electorado ha culpado en mayor medida de lo que percibe como una política vacilante y desorientada.

No es seguro que Westerwelle llegue a la convención de mayo como líder del FDP, y una remodelación de esta formación parece inminente. Una indiscreción del liberal Rainer Brüderle, ministro federal de Economía, tratando de tranquilizar a los consorcios energéticos empeoró la situación. Brüderle, líder liberal en Renania-Palatinado, Land donde el FDP quedó fuera del Parlamento al no alcanzar el 5 por ciento mínimo para obtener escaños, ya ha dimitido de ese cargo.

Por primera vez, un político verde puede presidir el Gobierno en un Land. Winfried Kretschmann, con casi el 25 por ciento de los votos, pactará una coalición con los socialdemócratas del SPD. El ecologista Kretschmann, que se define católico y conservador, tendrá que demostrar que los Verdes pueden gobernar en Baden-Württemberg, uno de los Länder más ricos e industrializados de la primera potencia industrial europea. Deberá coordinar su política energética con Berlín, donde se sabe que desenganchar completamente a Alemania de la energía nuclear no parece viable.

¿Conseguirán los Verdes convertirse en un verdadero partido y dejar de ser considerados como el eterno movimiento protesta? Si lo logran, el partido Verde -sólidamente anclado en la sociedad- podrá ser un socio válido tanto para el SPD como el CDU. Una mayor competencia en un abanico político más amplio redundará en beneficio de la democracia.

Y aunque se afirme que tras estas elecciones la economía "está en estado de shock", lo que han mostrado es que la cultura alemana está marcada por una actitud antinuclear y pacifista. Los empresarios de Baden-Württemberg no son sólo líderes en tecnología nuclear e industria automovilística, sino también en técnicas medioambientales.

Otro síntoma de la alta participación popular y su resultado es el deseo ciudadano de mayor transparencia y su escepticismo hacia grandes proyectos. Un ejemplo es Stuttgart 21, el mayor plan ferroviario y de renovación urbana de Europa. Se pretende bajar a nivel subterráneo la principal estación de tren de la capital. El proyecto es muy polémico y, de hecho, Deutsche Bahn (compañía alemana de ferrocarriles) ha anunciado su suspensión temporal.

Además de la cuestión nuclear y la demanda de mayor transparencia, los votantes discuten la política fiscal y la actuación sobre el euro. Por último, y si bien esto no ha sido determinante, contribuye a la sensación general de desorientación la titubeante actitud alemana en la crisis libia. Las elecciones son un alarmante toque de atención para el Gobierno. La formación de Merkel queda debilitada en la cámara alta o Bundesrat, que ratifica más de la mitad de las leyes y donde tiene sólo 25 de los 69 votos, por lo que no puede hacer prácticamente nada sin el consenso de la oposición. Alemania y Europa necesitan que la canciller clarifique el rumbo de su política.

Marcos Suárez Sipmann, Analista de Relaciones Internacionales.

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