Un sondeo (5.000 entrevistas) de Metroscopia -dirigido por José Juan Toharia para la Fundación Ortega-Marañón- nos informa de que el 78% de los españoles considera la situación política actual "mala o muy mala".
Ese porcentaje no pasó del 47% en el peor momento de José María Aznar (en plena guerra de Irak), ni del 62% en vísperas electorales de 1996, cuando el Gobierno de Felipe González había entrado ya en barrena. Para más inri, el 56% de los encuestados piensa que la culpa de esa mala situación la tienen exclusivamente los actuales líderes políticos.
Por otra parte, el 88% de los entrevistados considera que la situación económica del país es mala o muy mala, la misma proporción de los que creen que aún falta mucho tiempo para que se empiece a notar alguna mejoría. Además, siete de cada diez españoles opinan que la pésima situación laboral que atraviesan ahora los jóvenes les marcará para toda su vida.
Ante una situación tan desesperanzada, los españoles están muy lejos de radicalizarse. En efecto: nueve de cada diez encuestados piensan que nadie tiene derecho a imponer sus propias opiniones al resto de sus conciudadanos.
En concreto, la actitud mayoritaria es la siguiente: "Todos debemos respetar las ideas y la forma de vivir de los demás". Además, el 72% de los españoles cree que, con todos sus defectos, la democracia ha traído a España el periodo más largo de bienestar de toda su Historia.
Pese a esa moderación, el descrédito de la política se refleja en la encuesta de forma innegable. Más concretamente: los españoles rechazan masivamente (89%) la forma de actuar de los partidos y ocho de cada diez creen que tal y como ahora funcionan es casi imposible que los partidos sean capaces de atraer hacia sus filas a las personas "más competentes y preparadas", adjetivos éstos que muchos líderes en el PSOE y en el PP consideran sospechosos, pues si son "competentes y preparadas", ¿no vendrán esas personas a pisarnos la manguera?
Joaquín Leguina. Estadístico.