PÚBLICO (PORTUGAL)
Hemos querido evitar el destino de Grecia. Y ése es, tal vez, el destino inevitable que nos espera. "Pero esa gente está loca. Nosotros, aquí, haciendo un tremendo esfuerzo para encontrar una solución que cumpla con lo que necesitan y ellos se pegan un tiro en la cabeza".
Eso debe de ser, más o menos, lo que nuestros socios deben estar pensando sobre nosotros en Bruselas o en Berlín.
Lo que ven es un país suicida y sin rumbo, que ha abierto una crisis política precisamente en el único momento en que se la debía considerar imposible.
No se sabe todavía cómo van reaccionar nuestros socios a la nueva condición con la que el primer ministro llega a Bruselas ni en qué medida eso afectará a las negociaciones del Consejo Europeo.
Pero hay una cosa que sí que es cierta: la crisis política anula, de un solo tiro, todo el esfuerzo que se ha realizado hasta el momento.