Opinión

Editorial: Lento paso adelante de la UE

La UE camina con mucha parsimonia hacia el 24 y 25 marzo, cuando deberá sellar el acuerdo definitivo sobre el fondo de rescate para países en dificultades y el Pacto de Competitividad. Ayer, los ministros del Ecofin dejaban muchos flecos en el aire, pero los avances que se atisban pueden tildarse de positivos.

Hacía falta cerrar un marco para el compromiso en materia de competitividad, como se hizo el viernes, amén de ser ineludible a la hora de ablandar a Merkel para ensanchar el mecanismo de salvamento. Así, los países del euro introducirán reformas en materia laboral, fiscal, convenios, salarios, educación y pensiones, áreas en las que se precisa más acción por parte de algunos miembros, especialmente los más señalados por la adversidad económica, como España, que cuenta con una ocasión única para redefinir su esquema de negociación colectiva. No extraña el aplauso de los mercados, más preocupados por Japón, a estos movimientos de la UE. Se perfila un fondo de rescate más fuerte, al ganar en dotación económica real y admitirse su uso futuro para adquirir deuda pública en el mercado primario, todo ello condicionado a la adopción de medidas. La UE da un paso adelante con estos logros, pero falta definición en la letra pequeña cuando el tiempo apremia, y se corre el riesgo de soslayar el problema de fondo: unos niveles y proyecciones de deuda insostenible en varios Estados difíciles de asumir en las cuentas de un sector financiero que prestó en exceso. La crisis del euro evidenció las debilidades europeas y la falta de unidad en la gobernanza. Sus líderes no pueden salir por la puerta el 25 de marzo sin haber avanzado en este sentido.

La UE camina con mucha parsimonia hacia el 24 y 25 marzo, cuando deberá sellar el acuerdo definitivo sobre el fondo de rescate para países en dificultades y el Pacto de Competitividad. Ayer, los ministros del Ecofin dejaban muchos flecos en el aire, pero los avances que se atisban pueden tildarse de positivos. Hacía falta cerrar un marco para el compromiso en materia de competitividad, como se hizo el viernes, amén de ser ineludible a la hora de ablandar a Merkel para ensanchar el mecanismo de salvamento. Así, los países del euro introducirán reformas en materia laboral, fiscal, convenios, salarios, educación y pensiones, áreas en las que se precisa más acción por parte de algunos miembros, especialmente los más señalados por la adversidad económica, como España, que cuenta con una ocasión única para redefinir su esquema de negociación colectiva. No extraña el aplauso de los mercados, más preocupados por Japón, a estos movimientos de la UE. Se perfila un fondo de rescate más fuerte, al ganar en dotación económica real y admitirse su uso futuro para adquirir deuda pública en el mercado primario, todo ello condicionado a la adopción de medidas. La UE da un paso adelante con estos logros, pero falta definición en la letra pequeña cuando el tiempo apremia, y se corre el riesgo de soslayar el problema de fondo: unos niveles y proyecciones de deuda insostenible en varios Estados difíciles de asumir en las cuentas de un sector financiero que prestó en exceso. La crisis del euro evidenció las debilidades europeas y la falta de unidad en la gobernanza. Sus líderes no pueden salir por la puerta el 25 de marzo sin haber avanzado en este sentido.

La UE camina con mucha parsimonia hacia el 24 y 25 marzo, cuando deberá sellar el acuerdo definitivo sobre el fondo de rescate para países en dificultades y el Pacto de Competitividad. Ayer, los ministros del Ecofin dejaban aún muchos flecos en el aire, pero los avances que se atisban pueden calificarse de positivos. Hacía falta cerrar un marco para el compromiso en materia de competitividad, como se hizo el pasado viernes, amén de ser ineludible a la hora de ablandar a Merkel para ensanchar el mecanismo de salvamento. Así, los países del euro introducirán reformas en materia laboral, armonización fiscal, convenios, salarios, educación y pensiones, áreas en las que se precisa más acción por parte de algunos miembros, especialmente los más señalados por la adversidad económica, como España, que cuenta con una ocasión única para redefinir su esquema de negociación colectiva. No extraña el aplauso de los mercados, más preocupados por Japón, a estos movimientos de la UE. Se perfila un fondo de rescate más fuerte, al ganar en dotación económica real y admitirse su uso futuro para adquirir deuda pública en el mercado primario, todo ello condicionado a la adopción de medidas. La UE da un paso adelante con estos logros, pero falta definición en la letra pequeña cuando el tiempo apremia, y se corre el riesgo de soslayar el problema de fondo: unos niveles y proyecciones de deuda insostenible en varios Estados. La crisis del euro evidenció las debilidades europeas y la falta de unidad en la gobernanza. Sus líderes no pueden salir por la puerta el 25 de marzo sin haber avanzado en este sentido.

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