La naturaleza declaró la guerra... y Japón ha demostrado que está preparado. Su respuesta al seísmo ha sido ejemplar. Sólo sus políticos fallaron al caer en contradicciones respecto a las plantas nucleares. Con unas pérdidas económicas que superarán cualquier estimación inicial, la bolsa de Tokio se tiñe de rojo. La caída del PIB a corto plazo resulta inevitable, aunque se verá compensada por las inversiones para la reconstrucción. Y en meses muchas empresas serán capaces de recuperar lo perdido.
Por lo pronto, los expertos auguran una repatriación patriótica de capitales. De ahí que algunos analistas ya justificasen la caída de ayer en Wall Street hablando de la vuelta de fondos a Japón. Aunque este retorno pondrá presión al alza sobre el yen, justo cuando las compañías niponas se disponían a dar beneficios. El batacazo en el parqué puede abrir la puerta a oportunidades más adelante, pues muchas estaban baratas tras haber mejorado su eficiencia para sobreponerse a una divisa fuerte. El riesgo yace en una deuda pública que podría escalar al 215 por ciento del PIB, un nivel que sólo aguanta porque el país cuenta con mucho ahorro privado. El Gobierno debe evitar ahora el uso del presupuesto público y aprovechar la iniciativa privada. En general, los políticos tienen la ocasión de despertarse por la sacudida y dejar de ser el mayor freno al desarrollo. Y la energía nuclear podría superar su principal test: si resiste una catástrofe de tales magnitudes, entonces puede considerarse, con las lecciones que haya que extraer de la tragedia, una fuente segura. Los japoneses ya eran conscientes cuando apostaron por ella.
La naturaleza declaró la guerra... y Japón ha demostrado que está preparado. Su respuesta al seísmo ha sido ejemplar. Sólo sus políticos fallaron al caer en contradicciones respecto a las plantas nucleares. Con unas pérdidas económicas que superarán cualquier estimación inicial, la bolsa de Tokio se tiñe de rojo. La caída del PIB a corto plazo resulta inevitable, aunque se verá compensada por las inversiones para la reconstrucción. Y en meses muchas empresas serán capaces de recuperar lo perdido. Por lo pronto, los expertos auguran una repatriación patriótica de capitales. De ahí que algunos analistas ya justificasen la caída de ayer en Wall Street hablando de la vuelta de fondos a Japón. Aunque este retorno pondrá presión al alza sobre el yen, justo cuando las compañías niponas se disponían a dar beneficios. El batacazo en el parqué puede abrir la puerta a oportunidades más adelante, pues muchas estaban baratas tras haber mejorado su eficiencia para sobreponerse a una divisa fuerte. El riesgo yace en una deuda pública que podría escalar al 215 por ciento del PIB, un nivel que sólo aguanta porque el país cuenta con mucho ahorro privado. El Gobierno debe evitar ahora el uso del presupuesto público y aprovechar la iniciativa privada. En general, los políticos tienen la ocasión de despertarse por la sacudida y dejar de ser el mayor freno al desarrollo. Y la energía nuclear podría superar su principal test: si resiste una catástrofe de tales magnitudes, entonces puede considerarse, con las lecciones que haya que extraer de la tragedia, una fuente segura. Los japoneses ya eran conscientes cuando apostaron por ella.
La naturaleza declaró la guerra... y Japón ha demostrado que está preparado. Su respuesta al seísmo ha sido ejemplar. Sólo sus políticos fallaron al caer en contradicciones respecto a las plantas nucleares. Con unas pérdidas económicas que superarán cualquier estimación inicial, la bolsa de Tokio se teñía de rojo. La caída del PIB a corto resulta inevitable, aunque se verá compensada por las inversiones para la reconstrucción. Y muchas empresas serán capaces en meses de recuperar lo perdido. Por lo pronto, los expertos auguran una repatriación patriótica de capitales. De ahí que algunos analistas ya justificasen la caída de ayer en Wall Street hablando de la vuelta de fondos a Japón. Aunque tal retorno pondrá presión al alza sobre el yen, justo cuando las compañías niponas se disponían a dar beneficios. Las caídas en el parqué pueden abrir la puerta a oportunidades más adelante, puesto que muchas estaban baratas tras haber mejorado su eficiencia para sobreponerse a una divisa fuerte. La deuda pública podría escalar al 215 por ciento del PIB, un nivel que sólo aguanta porque el país cuenta con mucho ahorro privado. Ahora, el Gobierno debe evitar el uso del presupuesto público y aprovechar la iniciativa privada. Los políticos tienen la oportunidad de despertarse por la sacudida y dejar de ser el mayor freno al desarrollo. Y la energía nuclear puede superar su principal test. Si resiste una catástrofe de semejantes magnitudes, entonces puede considerarse, con las lecciones que haya que extraer de la tragedia, una fuente de energía segura. Los japoneses ya eran conscientes cuando apostaron por ella.